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¿La ceremonía de Londres? No gracias

NO me gustan las ceremonias en televisión: bodas, Juegos Olímpicos, etc. No soporto el tono que adoptan los presentadores. Se huye de la descripción para enseguida llegar al entusiasmo y que todos los efectos sean maravillosos. Se diría que los comentarista están pagados por la organización. Tampoco al bajarle el volumen gana el espectáculo. Ese desfile de banderas en plan cine mudo es todavía más patético. Así que decidí huir hacia la cueva que Neox tenía a esas horas con la historia mil veces repetida de Hommer Simpson. Este lugar recurrente tiene su paralelismo en la producción nacional con Aquí no hay quien viva y su sucesora natural, La que se avecina. Ejemplos ambos de que hay un buen número de espectadores que sí les va la marcha de la comedia de situación por más trampas que tengan sus guiones, como es el caso de las citadas. Series que le van al verano lo mismo que con calor la gaseosa a la cerveza. Pero como la curiosidad nos pierde todavía tuve tiempo de llegar al final de la retransmisión justo cuando Paul MacCartney desafinaba en la canción Hey Jude con el acompañamiento de los atletas y público. Las lágrimas me vinieron unos minutos más tarde y fueron de mala leche cuando TVE recurrió a retransmitir íntegros los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992. La imágenes mil veces repetidas del príncipe Felipe de abanderado y Olga Viza y Matías Prats no tienen ya un pase. Más cuando esta pareja de funcionarios de la casa salieron en pocos días lanzados al estrellato televisivo por tan magno acontecimiento. No creo que ocurra lo mismo con las presentadores de Londres: Escario, Riveras y Paloma del Río. El pastel de la televisión está repartido. No hay más que ver cómo ni siquiera amasando la pasta de nuevo son capaces de reunir Antena 3 y La Sexta. La crisis también juega sus propias Olimpiadas en televisión.