El gran acierto de Vasile fue llevar a Jorge Javier a la noche
LA jugada maestra de Telecinco estuvo cuando contra todo pronóstico se calzaron el Tomate de la sobremesa. Parecía un arrepentimiento de la cadena por sus maldades. Poco tardaron en traspasar todos los bártulos al horario de mayor público y ahí emergió Jorge Javier. Posiblemente la figura más relevante de la televisión en los últimos años. Lo que hizo Telecinco, Vasile o quien fuera fue concentrar todas las energías en sacar el mayor partido a aquella forma de maldad televisiva que arrasaba a la hora de la siesta. Luego vino el resto. Aquellos personajes con los que se creó una manera de Gran Hermano televisivo que se consolidó como Sálvame. Esa plantilla encabezada por Belén Esteban, los Kikos, la cuñada de Rocío Jurado (a la que ahora han echado una semana por agredir en directo al chófer de la tonadillera), bueno y qué sé yo. Todo un plantel dispuesto a vender el alma en cada programa. Hablar sobre cotilleos rozando todos los límites incluido el de la credibilidad. Cada uno de los personajes vive con la tensión constante de ser protagonista de un chismorreo. Cada uno de ellos sabe que tarde o temprano tiene que sujetar la vela que le llevará a los juzgados para continuar una temporada más en el plató. Sería interesante hacer un repaso de aquellos que han ido dejando el programa. Y se preguntarán a qué viene ahora toda esta reflexión sobre Sálvame. Pues precisamente porque Telecinco ha jugado de nuevo sus cartas. Mientras los personajes cumplen su papel en sus ficticias tertulias de verano, a Jorge Javier lo han dejado solo en la plaza del plató como hacen con los toreros. Ahora lidia lo que le echen en Hay una cosa que te quiero decir. Es el mejor en el mano a mano con los sentimientos de confusión humana. Pero no contaban que ante tanta víscera uno tenía que refugiarse en los vericuetos emocionantes de Juego de Tronos.