Los encierros triunfan pese a los recortes y a Ana Obregón
PAOLO Vasille dice que su programa estrella GH durará hasta que la audiencia quiera. Digo yo que eso mismo pensarán los fabricantes de tabaco o los vendedores de coca. El cliente es el que manda y por eso la retransmisión de los encierros es oro molido para las maltrechas cifras que presenta TVE . La pena es que no es lo mismo la cantidad de gente que sigue a las ocho de la mañana la tele que la de las diez de la noche. Se nota que este año el equipo desplazado a los sanfermines ya no es lo que era. Aquellos directos que se instalaban en los escenarios de Pamplona y buscaban la inmediatez de la fiesta han dado paso al truco estudio. No hay manera de saber si Pilar Gª Muñiz está en Pamplona o en Madrid y si los comentarios de Patxi Cervantes los hace mirando la calle o los monitores de televisión. Lo cierto es que junto con Ciudadano García, que curra de paso en la mañanas de Mariló Montero, están sacando adelante una retransmisión que, pese a los resultados, cotiza a la baja. Del despliegue de otros años solo se mantiene como un francotirador las entrevistas de Alberto Freile junto con la experiencia de clásicos de la televisión en navarra como Ana Valencia, Cristina García y Fernando Roncal cubriendo con experiencia un frente demasiado amplio.
Pero una cosa es el recorte en los recursos y otra muy distinta la decadencia. Cada vez que estos días he visto como de refilón la reposición de Ana y los siete, me ha entrado como un sarpullido, un picor insoportable en la espalda que luego resultó ser un quemazo por la sobrexposición al sol. Esa manía de no darme crema protectora está acabando con mi afición a tumbarme boca abajo en la piscina y la vuelta de esta serie a apagar la tele cada vez que veo una posturita de Ana Obregón. En tres palabras: in so portable. Solo espero que la audiencia le dé pronto la razón a Vasille.