nO vamos a descubrir a estas alturas de la película, los haberes y deberes profesionales de Julia Otero, periodista de radio y entrevistadora de tele, que ha vuelto a la pantalla con un formato supuestamente novedoso que ha merecido todos los esfuerzos vendedores del equipo de comunicación y marketing de la televisión pública estatal para situar el programa y su conductora en una buena posición en el ranking de audiencias. No es la primera, ni será la última en la que Otero se preste al juego televisivo, siempre desde el ángulo informativo del formato entrevista y con un tono de singularidad por los personajes que aceptan sentarse en el plató con la encantadora y risueña periodista catalana. Otero está tocada por la gracia de los dioses mediáticos y raro será el personaje que decline la invitación para ser ligeramente zarandeado por la encantadora periodista. Las promos de lanzamiento de Entrevista a la carta han sido un continuo machaqueo con la idea de novedad, singularidad y traspaso de fronteras del género entrevista a la que han añadido un nuevo invento formal que según la propaganda lleva la entrevista a una nueva dimensión informativa cuando no deja de ser una simple modificación en el sistema, donde en vez de preguntar uno, preguntan varios según la selección que haga el invitado. Formato novedoso proclaman los mercachifles del marketing cuando es conocida transferencia de función del periodista tradicional a un abanico de entrevistadores (12) que daña la calidad, profundidad y compromiso de la entrevista a cambio de darle un tono más dinámico, espectacular y circense. Puede ocurrir con Otero como ha sucedido con Milá, que ha dejado el traje de periodista y se ha enfundado el de animadora payasa. Se han diseñado doce entrevistas a la espera de la respuesta del televidente. El medio manda y mucho.
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