los historiadores del periodismo sitúan el nacimiento y desarrollo del periodismo amarillista en los finales del siglo XIX y tiene en Randolph Hearts su principal impulsor y patrocinador. La exageración, redundancia agresiva, desvelamiento de aspectos personales y privados de los protagonistas de las noticias son elementos constitutivos de una forma de vender y que tienen más que ver con el espectáculo y el escándalo que con la información que se supone necesaria en las sociedades más desarrolladas y guiadas por otros criterios que la simple compra venta en la carnicería mediática. Los programadores de T5 nunca hacen las cosas sin objetivo definido, ni ponen en marcha su maquinaria de machacar sin contexto elegido y orientado a sus intereses, vamos que nunca dan puntada sin hilo y así ha sido con la teleserie aparentemente trufada de biopic dedicada a la tonadillera de abundante y apasionante vida sentimental y por ende sexual con la que han vuelto a triunfar vista la respuesta del personal. Para catalizar la audiencia han lanzado los responsables de la cadena alegre y amiga a los chacales bien pagados sobre la memoria, recuerdo, hechos y dichos de una animadora del micrófono, luz y guía de innumerables camioneros de la noche, atribuladas de barrios obreros y personal vario de una sociedad que estrenaba la libertad recién recuperada y la pluralidad de los medios. La andaluza era la reina del periodismo rosa, trufado de amarillismo y presta a la exageración y el dominio carnal de cuerpos y almas que pululaban a su alrededor con variada fortuna. Su vida se ha abierto como un melón y ha quedado expuesta en toda su desnudez a la cacharrería mediática de nuestros días en un ejercicio intolerable de indecencia y baba sobre una poderosa e influyente profesional a la que todos temían y ahora acuchillan con saña intolerable.
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