mercedes Milá está en un gran momento. Y buena parte de su éxito le viene por esa manera con la que echa la bronca a todo el mundo, que no se corta ni con los espectadores. Ayer estrenaba Comecocos un producto televisivo francamente inoportuno. Por un lado porque tras varias semanas de campaña electoral la gente está aburrida de que le intenten convencer y luego porque la situación económica no es la más favorable para que se paren a escuchar las milongas de estos concursantes. Pero el mérito de Mercedes Milá fue el de aparecer el pasado viernes en La Noria. Y tomó un papel que fue una mezcla de defensora de las libertades y de Agustina de Aragón. Su posición es respetable, pero su ataque a quienes critican este tipo de televisión no fue justo. "Adelaida, lecciones las mínimas" vino a decir Mercedes en su enésima actuación como la señorita Rotenmeier de la televisión.

La lección en la noche electoral la dieron Ana Blanco y Pepa Bueno, que ejecutaron un recital periodístico en TVE. En un sencillo escenario cuya único adorno fue una mesa que dejaba ver sus taconazos, aguantaron de pie las cinco horas que duró el programa. Aunque no es la primera vez que demuestran su capacidad maratoniana para resistir sin mayores sobre saltos esa carrera de obstáculos que es la noche electoral. Una noche que no tuvo momentos álgidos. La triste aparición de Rubalcaba acompañado solo de su responsable de la campaña Elena Valenciano, situado delante de un grupo de adolescentes sorprendidas y del eslogan Pelea por lo que quieres. Un momento aburrido de un candidato vencido leyendo de mala gana un papel improvisado. Momento al que le sucedió el saludo con saltito patético de Rajoy y su groupe en el balcón Génova. Mercedes hay lecciones que nunca terminan de aprenderse.