Los periódicos utilizan páginas finales o contraportada para insertar noticias de calado curioso desde un par de centenarios ancianos que deciden pasar por la vicaría o descubrir la existencia de un animal en la sabana africana que pudiera ser eslabón perdido con homo sapiens. Este diario publicaba hace unos días la curiosa noticia de la limitación en las televisiones chinas de los programas basados en el formato reality show a favor de productos con mensajes "socialistas". Las autoridades chinas, a través del correspondiente organismo, que por cierto no existe ni en el Estado español ni en la CAV, han limitado a dos los programas de telerrealidad que las emisoras pueden poner en la parrilla de programación semanalmente. El organismo regulador chino entiende que estos productos son de mal gusto y hay que controlar su proliferación en un territorio donde operan 34 canales por satélite y emiten para un público de cientos de millones de consumidores. El permiso para producir dos programas semanales viene acompañado de la obligación de programar espacios donde se defiendan las virtudes tradicionales del milenario pueblo chino y aportaciones de valores básicos del socialismo. Posiblemente para un occidental, este tipo de disposición gubernamental suena a imposición, orientación propagandística y en nuestros lares recuerde añejos comportamientos franquistas a través del No-Do, que defendía los tradicionales valores de familia y sociedad española desde su dictatorial punto de vista. La Administración china se ha tomado muy en serio el asunto y obliga a emitir en horario de máxima audiencia programas de 90 minutos para contrarrestar y compensar los abusos de los realitys. Mucha intervención para escasos resultados, porque la telerrealidad siempre dominará en pantalla a las excelencias del paraíso socialista.
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