Mentira piadosa
LA crisis ha puesto al descubierto la mentira piadosa del liberalismo de que los mercados acaban autorregulándose. Con ella se ha estado tirando adelante en las últimas décadas. El liberalismo televisivo ha tenido en el escenario español unas pautas que no tienen parangón en Europa. La aparición de las cadenas nunca estuvo ligada a la necesidad de los mercados, ni a la demanda social. Fueron concesiones que dependieron de los gobiernos de turno.
En plena crisis, la televisión privada recibe la inesperada ayuda de eliminar la publicidad de las dos cadenas de TVE. Y el pastel publicitario se lo reparten el resto, obteniendo unas cuentas de resultados que nunca hubieran soñado en estos años. La crisis es tan profunda que ni esto está siendo suficiente. Agotada y reajustada la dosis de publicidad televisiva ahora resulta que la única salida que encuentran a su existencia es la fusión. Cuatro y Telecinco y ya cantan la de La Sexta con Antena 3. De nuevo la excusa de los mercados para ir en contra de la libertad de los medios. Como consecuencia, lo que se resiente es la libertad de expresión, una carencia que acaba asfixiando las ansias de libertad de los ciudadanos. Volvemos a prescindir de la cadenas. Casualmente en vísperas de cambios electorales. A estas alturas la milonga de que son los mercados los que se reajustan no se la cree nadie aunque muchos la sigan utilizando en su argumentario para salir del paso. Desde el punto de vista de la televisión lo que ha quedado demostrado en su experiencia reciente es que hay muchas maneras de que los políticos interfieran en ellas. Burdamente a través de meterse en los consejos de administración o vendiéndoselas a quienes les deben favores. Y así nos irá en el futuro. Nadie se acuerda de que las concesiones de televisión son un derecho vinculado también a los ciudadanos.