Empleo como prioridad
Hace una semana reivindicaba la figura de Keynes como modelo de lo que en este momento desde el sector público se puede hacer para reactivar la economía, aumentar el empleo, incrementar el consumo y, con ello, el crecimiento, en vez de aplicar medidas de austeridad basadas única y exclusivamente en el recorte del déficit y el aumento de los impuestos. Estas políticas sólo nos van a llevar a una paralización de la economía, cuando no situarnos a las puertas de una recesión que nos lleva amenazando desde hace varias semanas.
Y esto es exactamente lo que el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, hizo el pasado jueves, al presentar ante el Congreso un programa de estimulo de la economía de 325.000 millones de euros con el objetivo de eludir los riesgos de recesión que pesan sobre la mayor economía del mundo y de reducir los 14 millones de desempleados que tiene.
El plan parte de un axioma fundamental en economía como es poner en marcha la noria de que a mayor inversión, más actividad que genera empleo y que da lugar a un aumento del consumo, con lo que se entra de lleno en la senda del crecimiento. Son habas contadas. Lo que hace falta es tener las ideas claras sobre los objetivos que tiene una sociedad y la necesaria audacia para poner en marcha medidas que pueden no cumplirse al 100% porque, en economía los factores de presión e influencia están fuera del control de los gobiernos, como lo estamos viendo un día tras otro pero, sin embargo, sí ayudarán a incentivar la economía.
Y mientras Obama se dedica a establecer ventajas fiscales a las clases medias para aumentar el consumo, incentivar fiscalmente a las empresas para que creen empleo y una mayor presión fiscal sobre las rentas más altas, que es razonable, en justa distribución social, asuman algo más los costes de la crisis, en este país nuestro los responsables institucionales siguen hablando del monotema -no en vano nos encontramos nuevamente en periodo preelectoral-, como si estuviéramos en una ínsula barataria a cubierto de todo lo que pasa en el mundo. En el terreno económico el lehendakari López sigue sin estar y, por supuesto, cada vez menos se le espera.
Tenían razón ayer los presidentes del EBB y del GBB del PNV, Iñigo Urkullu y Joseba Egibar, respectivamente, cuando aprovechando la inauguración del batzoki de la Parte Vieja de Donostia, centraron sus discursos en poner de relieve la gravedad de la situación económica en la que nos encontramos y la necesidad de poner en marcha cuanto antes medidas de choque ante un panorama tan convulso que cambia radicalmente en horas. De un peligro de rescate de Italia y España hemos pasado a la posible quiebra de Grecia, junto con una crisis en la estructura dirigente del BCE que, en derivada, es lo mismo que decir que la UE carece de rumbo.
La situación económica es tan grave que es, no ya necesario, sino urgente implementar actuaciones en las que participen todos los agentes políticos y sociales para la puesta en marcha de medidas que tengan como objetivo claro la creación de empleo. Urkullu recordaba la iniciativa del PNV de reeditar, adecuándolo a las nuevas circunstancias, el pacto de la Moncloa que, en su tiempo, fue un instrumento importante de respuesta y en el que participaron todos los partidos políticos y los sindicatos. Eso fue hace un año y todavía nadie ha respondido a la oferta.
De la misma manera, ya nadie se acuerda de lo que fue aquella mesa de Diálogo Social que con tanto entusiasmo impulsó al principio de legislatura, la consejera de Política Social y Empleo, Gemma Zabaleta, con la colaboración inestimable de Confebask, CCOO y UGT, y que parece que se ha disuelto como un azucarillo, ahora que puede ser más necesaria que nunca, eso sí con la incorporación de los sindicatos que componen la mayoría sindical vasca. Algo que por cierto, lo hizo un correligionario de Zabaleta, el actual ministro de la Presidencia, Ramón Jauregui, en sus tiempos de vicelehendakari y consejero de Trabajo.
La falta de iniciativa del Gobierno López en este aspecto es patente. Con todo lo que ha ocurrido en este verano, con una situación de desaceleración de la economía vasca que apenas creció un 0,2% en el segundo trimestre, lo que quiere decir un aumento interanual del PIB del 0,8%, muy lejos del 1,4% que preveía el departamento de Economía para 2011, es hora de hablar menos de ETA y Bildu y ponerse a trabajar en lo importante.