'La Noria' de Bono
Hace un par de programas, José Bono se subió a La Noria de Jordi González en un ejercicio de eficacia televisual y marketing político que para sí lo quisiera el pretendiente A.P.R., demostrando una vez más que lo suyo es la comunicación en mitin, congreso o programa de masas como el citado. Precisamente porque es de masas y tiene su hueco en la parrilla de los consumidores se avino Bono a sentarse en el plató de La Noria, cierto que con formato, tratamiento, ritmo y tiempo de intervención diferentes de las entrevistas habituales a varias bandas. No es la primera vez que un político avezado acepta la invitación de Telecinco, pero la intervención del actual Presidente del Congreso se manifestó como pez en el agua ante las preguntas que le iba presentando el amable conductor, que miraba con ojos enamorados al político socialista. El presentador estaba entregado a la causa y convirtió la entrevista en un mano a mano gracioso, cercano, amable; despejado el plató de otros periodistas posiblemente amargos intervinientes, que podrían haber estropeado el prietito y arrimadito baile de José y Jordi.
La entrevista apenas tuvo altibajos propios de una noria periodística viva, y el rato televisivo se convirtió en homenaje y apoyo a un político que salió del estudio, con foto homenaje del 23-F incluida, presto para seguir teniendo protagonismo en la próxima fase política. Un considerable ejercicio de venta y masaje con la figura de Bono capaz de representar lo más carpetovetónico del país y lo más sensato de la curia romana. Un ejercicio pausado de conversación, sin tirones ni aviesos interrogatorios, una charla entre dos amigos que se muestran felices, contentos y complacidos de haberse conocido y es que José Bono, viejo zorro de la hispana política, no es tonto y sabe a qué tiovivo subirse. Viene a cuento lo de viejo, fraile y diablo.