Ejemplo
Por supuesto, espero que Vettel vaya primero a falta de una vuelta, Webber segundo y Alonso tercero y que Vettel le ceda el paso a Webber y que Webber se empotre de la emoción -sin daños personales- y Vettel haga lo propio y Alonso gane la carrera, el Mundial y hasta la Bonoloto. Es que me cae pero que muy bien Alonso, al margen de consideraciones patrióticas y de seguimientos de medios de comunicación y de exageraciones y esas cosas. Me cae bien porque es de los pocos deportistas que han surgido en este siglo en España que va a su bola desde el principio y que no fuerza su manera de ser para parecer un santo canonizado, una actitud que es cargante hasta el hastío y que afecta a un montón de deportistas últimamente, obligados casi por decreto a ser el hijo que toda madre quisiera por esa pésima corriente de opinión que considera que los deportistas tienen que ser un ejemplo para los demás. ¿Ejemplo de qué? Soy de la generación que adoraba a McEnroe, al macarra de Senna, al faltón de Fignon, al chulo de Juanito, al excesivo Maradona, al incontrolable Larry Bird. No les pedíamos -no se les pedía- que además de ser excepcionales en lo suyo fueran algo más. O, si se hacía, no era con el absoluto exceso que se vive actualmente. No tenían que quedar bien con todos y con todo en todos y cada uno de los momentos de su vida, ni ganar un partido y correr a toda pastilla a dar la mano a alguna autoridad -esto lo hace Nadal habitualmente- antes de dar un beso a tu familia. No. Eran gente con mucho talento en lo suyo y con sus defectos, como todos. Por eso me resulta tan simpático Alonso, pese a su en ocasiones falta de modestia o su hábito de buscar excusas, porque no deja de ser un tipo como la media tocado por una varita para una actividad concreta. ¡Vamos majete!