El café
El espíritu de los tiempos corre a través de él como la electricidad. Esto no lo digo yo, lo dijo Patti Smith. Se refería, cómo no, a El Maestro, que captó y plasmó como nadie su propia época y las posteriores. Hace poco comentó, como de pasada, en una de las pocas ocasiones en que abre la boca: "¿Sabes?, la sociedad actual está constantemente intentando machacarnos la cabeza. Y no tiene sentido ir por ahí con la cabeza machacada, ¿no?". Esto es cada vez más obvio, porque yo veo día a día un montón de gente con la cabeza machacada, fundamentalmente por la información y un no sé qué ansia comunicativa o qué que no sé qué es. Miren Facebook: "Aquí, en la playa, sacándome un moco". O Twitter: "¡Me chinaaaaas!".No sé, a mí la tecnología me parece muy bien, pero el personal se empieza a pasar y a mí que se pasen personalmente me da igual, pero es que si no te subes a ese carro -con una media de 12.000 actos tecnológicos diarios- eres un carcamal y pierdes el tren. ¿Qué tren? Ojo, que no digo que no estén en lo cierto y que eso no sea el futuro o incluso ya el presente, pero no me negarán que hay individuos por ahí que o bajan el pistón o en unos años estarán mirando una pared blanca. Porque el exceso de datos e información y la imperiosa necesidad de compartirlo absolutamente todo y al instante y la excesiva exposición a los datos de los demás y a lo que generan los medios e Internet conforman un universo tan demoledor que van a estallar unas cuantas cabezas, al tiempo. Si no han estallado ya. No es que sea de los que abogue porque todo siga igual y nada cambie y me niegue a todo lo nuevo, no creo. Es puro pasmo. La otra tarde en un bar vi a un tipo con tres ordenadores y varios trastos más encima de una mesa. Se le enfrió el café. El café es la vida, joder.