Lo de menos es que el modelo de coche se llame Infinity (infinito) -inside the museums infinity goes upon trial/dentro de los museos el infinito es sometido a juicio, canta El Maestro- o que el mismo Ricardo Costa vaya o no a juicio para aclarar o no aclarar cómo se compró el trasto o si en dicha compra del trasto de once millones de pesetas intervino o no El Bigotes y Crespo -para seguir lo de Gürtel tendrían que hacer como en las novelas rusas clásicas, que te ponen una lista de personajes al principio-, o si el PP valenciano es una juerga donde todo el mundo trinca o cuando menos lo parece estéticamente. Lo que debería llevarle a la cárcel es que para explicar esa compra aseguró que lo había pagado de su dinero y "con un préstamo personal de mis padres". Si no es así, a la trena, por mentir y por involucrar a sus padres. Si es así, a la trena, por pijo. Coño, con 36 añitos, secretario general del PP en Valencia, y pidiéndole a tus padres dinero para comprarte el caprichito. Joder, yo le pido eso a mi padre y del zartako que me arrima sí que me manda al Infinity, vamos, sin billete de vuelta. El hermano de Ricardo, Juan, que fuera con Aznar ministro de Ciencia y Tecnología y secretario de Estado de Comercio y Turismo, pide transparencia, pero al tiempo evita hacer declaraciones sobre su hermano, mientras que Camps ya ha decidido cortarle la cabeza a Ricardo para calmar algo los ánimos. No se sabe cómo acabará esto. Lo único que sí es cierto es que, caiga quien caiga, las aguas irán volviendo a su cauce y la gente, en mayor o menor número, seguirá yendo a votar a esta gente en la Comunidad Valenciana. Y si no a estos, a los otros, que a los años, vete a saber, igual también piden un préstamo a sus padres. Cosas del bipartidismo y la padrecracia.
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