Lo que se recupera, con la liberación del uso de mascarillas, por tanto, es la libertad personal en esta materia, un bien precioso que, por supuesto, conlleva siempre riesgo y responsabilidad. Es verdad que en nombre de la lucha contra la pandemia se han cometido errores, e incluso, y se han dado clamorosos casos de corrupción, de engaños y estafas que ahora se investigan. Pero todo ello hay que verlo en el contexto de un desafío sanitario y de convivencia hasta ahora desconocido. Queda pendiente la averiguación de las auténticas causas de la pandemia, que aún siguen en el limbo, ya sea por razones políticas, ya por incapacidad científica. Puede que ahora, ya sin mascarilla y recuperado en parte el sosiego, pueda investigarse más a fondo el origen de una enfermedad que ha causado en dos años la muerte de más de seis millones de personas.