El mundo se rinde ante el avance talibán en Afganistán. No han servido las ayudas millonarias para el adiestramiento del ejército afgano. El régimen talibán ha conseguido en unos días lo que EEUU no ha podido en décadas. Sí, décadas, porque nunca remataron la faena. Es muy distinto que un marine adicto a videojuegos maneje un dron cargado de misiles, a luchar cuerpo a cuerpo con tu enemigo. Rusia lo sufrió en los años 80 y a la OTAN le toca ahora. Cuando los EEUU salieron por patas de la guerra de Vietnam, para lavar su imagen, Hollywood creó a Rambo, que por cierto, recordemos que en Rambo III luchaba también junto a los islamistas afganos contra su enemigo invasor, la Unión Soviética. Vale, es ficción, solo es una película, pero en aquellos tiempos la CIA financió e instruyó a Bin Laden para luchar contra la invasión del régimen comunista ruso, y eso fue una realidad. Con los millones de dólares alimentaron al monstruo hasta que llegó a derribar las Torres Gemelas. Y lo más triste de todo es que todas estas guerras creadas para instaurar la democracia son una patraña. Es de perogrullo pero solo les importa el dinero, esquilmar recursos naturales o controlar la situación geoestratégica, nunca tuvo que ver con la democracia ni los derechos humanos. ¿Acaso pararon el genocidio a machetazos en Ruanda o el progresivo avance yihadista en el continente africano? Toda la comunidad internacional ahora dice: déjalo estar. Mejor así que darle una patada a un perro rabioso que sabes que te morderá; a no ser que acabes matando moscas a cañonazos, como en Hiroshima y Nagasaki. Mientras, seguro que otro Rambo volverá a las pantallas de cine para hacernos creer vencedores.