Gracias, Osakidetza, por decidir sin consultar ni preguntar, cambiarme de médico. Gracias por anular mi derecho a la libre elección del profesional a quien voy a confiar mi salud. Gracias por frustrar una excelente relación, profesional y humana. Gracias por anular mediante el “ordeno y mando” la posibilidad, en estos duros tiempos de pandemia, de contar con la confianza de quien te conoce y a quien conoces. Y que quede claro que esto no supone infravalorar a nadie. Simplemente es recordar a quien desde su despacho y en el más absoluto desprecio por la opinión y el derecho del paciente, decide de esta forma.