“Libertad de vacunación sin coerción” y “Vacunación sí, pero con garantías médicas y protocolarias” fueron los lemas que prevalecieron en la concentración del martes 12 ante la Diputación de Gipuzkoa. A cada cual lo suyo. Así, cabe agradecer a los convocantes, organizadores y a la centena de asistentes que, al calor de las consignas, supieron aunarlas en un coro reivindicativo. Muy en particular agradecer a NOTICIAS DE GIPUZKOA lo preciso, puntual, gráfico, escueto y suficientemente publicado en sus dos artículos del día siguiente.Cuando destaca que “los colectivos convocantes habían manifestado su más sentida repulsa ante las presiones que vienen dándose en Gipuzkoa a favor de que también en centros de día y en hogares de personas mayores se vacune masivamente, sin tener las garantías necesarias ni cumplir la ley”, hay que decir que la expresión de ese sentir surgió a raíz de las presiones coercitivas ejercidas sobre la dirección del centro de día Aiton-Etxe de Oiartzun, principalmente a través de la entrevista en la prensa al director de la residencia de ancianos de Zorroaga y al exalcalde de Donostia, perteneciente al grupo Bildu.Las críticas de ambos al legítimo y libre ejercicio de la objeción de conciencia por la directora del centro de día, desde el punto de vista humano, no se corresponden con su cualificación profesional. Desde el punto de vista profesional, no se corresponden con la promesa de ejercitarse en valores humanos cuando asumieron el juramento hipocrático. Cabe recordarles que su única labor es atendernos de manera presencial, asesorarnos en los cuidados de la salud más que en cómo llevar las enfermedades y, hoy, informarnos de nuestros derechos y posibles efectos adversos de la vacuna. Nunca obligarnos porque, según la Constitución, la única autoridad que existe es la judicial y la policial, y el resto de autoridades no son más que eufemismos coercitivos, en la misma línea de inducción psicológica, a cuando llaman a “inmunizar” en vez de a vacunar, cuando lo segundo es indudable y lo primero muy presuntuoso.Las mejoras higiénico-sanitarias domiciliarias y de saneamiento urbano (agua corriente en casa y conducción de fecales) logradas con la II República consiguieron erradicar también el sarampión en un 99,9% y sin vacunas. Ese año murieron solo 19 personas; pero sorprendentemente, tras dos años vacunando masivamente, en 1983 y 1986 se dieron miles de rebrotes...Este párrafo leído al final de la concentración confirmó a los asistentes, que, aun no siendo antivacunas ni negacionistas, ante la negativa por parte de la “autoridad sanitaria” a acudir a debates como el que se celebró en la Universidad de Eibar, el escepticismo creciente en las tesis oficiales... pide que sigamos ahí.