En primer lugar, quiero dejar claro que me desagrada esta dialéctica de réplicas y contrarréplicas y, en lo que a mí respecta, pido disculpas al señor Koldo Unceta si se ha sentido maltratado por la incorporación de un párrafo escrito por él a mi reciente artículo sobre decrecimiento. Pero he de decir que en correo electrónico fechado el día 28 de abril me escribió literalmente: “Me sorprendió ver que me atribuías una afirmación que nunca he hecho”. Puedo cometer errores pero uno como ese me extrañó. Así es como localice la frase escrita por él en la Carta Latinoamericana número 7 de abril de 2009, que luego reprodujo la revista digital española Pensamiento Crítico. El parrafito es literal a como lo metí en mi artículo, cosa que hice porque me pareció frase sencilla, perfectamente entendible y con el aval de la reputación del señor Unceta, debidamente citado. En su correo electrónico insistió: “Es problemático, y mucho, citar a alguien para poner en su boca algo que, no solo no ha dicho, sino que es contrario a todo lo que ha venido diciendo sobre el tema”. Al demostrarle con los datos de las dos publicaciones que el párrafo es suyo, me respondió cambiando la explicación: “Sí, es mío pero en otro contexto, no en el del decrecimiento”. Efectivamente, su artículo de 2009 era sobre el desarrollo, un tema que cuando se habla de decrecimiento es inevitable. De tal modo metí su párrafo para fortalecer la idea de que las personas han de estar en el centro de la economía, lo que en el texto de Unceta era también patente. ¿Por qué la reacción del señor Unceta? No estamos hablando de la solución del paro ni de una teoría económica compleja, sino de cuatro líneas didácticas que seguramente él mismo comparte, no solo porque son suyas, sino porque son más que razonables. Por cierto, le cito a él como catedrático de Economía de la UPV universidad que, por cierto, le premió con el Ekonomistak Saria 2019. En lo que a mí respecta, doy por zanjado el asunto.