Soportar al gobierno
Sería deseable que, entre ayuda y ayuda, jelkides y bildukides le dijeran de vez en cuando al presidente profundamente enamorado (sic) que no todo vale, que no todo es culpa de la derechona
Dicen los socialistas y sus propagandistas que en los casos de Begoña Gómez y de David Sánchez (Azagra) no hay nada punible y así terminará por demostrarse. Critican con vehemencia las instrucciones que han llevado a ambos a procesamientos e imputaciones, y dan por hecho que todo se debe a una capciosa campaña del sector ultra del poder judicial, que se dedica a hacer política para derribar al progresismo liderado por Pedro Sánchez, contando para ello, claro está, con la brigada mediática del facherío. Bien, demos por buena la tesis y sumémonos también nosotros al coro de cabreados ante tal circunstancia.
Sucede, sin embargo, que, independientemente del recorrido legal que tenga tal embestida; augurando incluso que el globo tal vez termine por pincharse en las sedes judiciales, lo que ya sabemos de ambos casos que afectan a la familia del presidente resulta escandaloso. Los datos objetivos conocidos –y reconocidos– por todos son de una impudicia inadmisible que en gran parte de la Europa a la que pertenecemos serían objeto de dimisiones. Incluso aquí en una época relativamente cercana en la que, recordemos, el tamiz de lo aceptable estética, ética y políticamente era bastante más fino.
Pero, como resulta que viene el lobo, los que auxilian a este extraño dirigente se ven obligados a poner pie en pared en favor de su continuidad. De acuerdo, ciertamente no hay, de momento, otro remedio. Pero le parece a uno que no es incompatible soportar al gobierno, dicho sea en el sentido de sostenerlo, mantenerlo, sustentarlo, con el hecho de dejar bien a las claras que lo soportan cada vez menos, dicho sea en el sentido de aguantarlo, tolerarlo, sobrellevarlo. En otras palabras: sería deseable que, entre ayuda y ayuda, jelkides y bildukides le dijeran de vez en cuando al presidente profundamente enamorado (sic) que no todo vale, que no todo es culpa de la derechona. Aunque sea de vez en cuando. Aunque sea para que conste en acta.