Se ha hecho famosete esta semana un entrenador de fútbol de un equipo modesto que dice que la Tierra es plana y que no ha habido guerras mundiales. Se ha hecho famosete precisamente por esto, por estas afirmaciones. Bueno, ya se suele decir que tiene que haber gente pa tó. No me parece preocupante. Me parece más preocupante –al hilo de que no hubo guerras mundiales, que dice el tipo– que el otro día dijera Trump que los rusos les habían ayudado a ganar la Segunda Guerra Mundial. Los rusos. Los que entraron en Berlín. Los que pararon a los alemanes en Rusia. Los que se dejaron, según las estimaciones más científicas, entre 25 y 30 millones de vidas, el país con más castigo del mundo –Estados Unidos perdió 175.000 militares–, va y resulta que ayudaron a los Estados Unidos a ganar la guerra. Bueno, no es muy diferente a lo que ha venido siendo la historia oficial occidental desde hace muchos años, ayudada, claro está, por el cine. El cine te vende muy bien las cosas, tanto que te puede hacer creer que, efectivamente, los máximos responsables de algo son estos aunque sean aquellos. El cine siempre nos ha vendido que la guerra se ganó única y exclusivamente gracias a los Estados Unidos y su desembarco de Normandía y toda esta maquinaria. Claro, el cine de allí es cine de allí y es el más poderoso del mundo. Así que aún tendrán que darle las gracias los rusos a Trump por acordarse un poco de ellos, aunque fuera como colaboradores de la victoria estadounidense ante la Alemania nazi, un nazismo que ahora parece campar por cerca de Trump, en concreto cerca del tal Elon Musk, el peligroso dueño de X y Tesla. Vivimos en un mundo demencial, la verdad. Terraplanistas, Trump, Musk, toda la corte que llevan... Es como una película grotesca, en la que el discurso está en manos de lo más friki de la sociedad, con la parte supuestamente sensata sin saber muy bien qué hacer ni cómo.