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COP30: ¿para qué sirven las cumbres del clima?

La crisis climática se caracteriza no solo por el calentamiento acelerado, sino por fenómenos extremos

COP30: ¿para qué sirven las cumbres del clima?Fraga Alves / Efe

A punto de cumplirse diez años del histórico Acuerdo de París del 15 de diciembre de 2015, nos encontramos con la 30ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Clima que se celebra del 10 al 21 de noviembre de 2025 en Belém, Brasil. El reto es si de una vez por todas se van a poner en marcha las promesas hechas en el pasado.

Actualmente, la crisis climática se caracteriza no solo por el calentamiento acelerado, sino por fenómenos extremos cada vez más frecuentes, como inundaciones, olas de calor y sequías. El cambio climático más peligroso ya está aquí, se confirma que la temperatura global aumentó más de 0,4°C en los dos últimos años y, durante los 12 meses previos a agosto de 2024, el incremento medio fue de 1,6°C respecto al periodo de referencia 1880-1920. Estos valores superan ya los límites seguros establecidos en el Acuerdo de París y muestran que la emergencia climática requiere medidas urgentes.

Esta COP, al celebrarse en Brasil, ha despertado algunas esperanzas, ya que se celebra en un país con un gobierno progresista, el de Lula da Silva, pero también nos encontramos con la ausencia de los presidentes de Estados Unidos –el país con mayores emisiones per cápita y a nivel histórico– y de China, el país mayor emisor a nivel mundial, la debilidad política de la UE, y el avance en todo el mundo de la extrema derecha, la principal fuerza negacionista y que está ansiosa por hacer retroceder toda la agenda climática. 

En estas condiciones, ¿qué podemos esperar de esta COP 30? Llevamos veintinueve COP, desde que se firmó la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático en 1992. Hay preguntas que se hace mucha gente: ¿para qué sirven? ¿Tienen que reformarse? 

Una característica importante que se repite en la toma de decisiones en las COP son los largos plazos de tiempo para el cumplimiento de los acuerdos adoptados. Si analizamos los dos acuerdos más importantes obtenidos en las COP, como el Protocolo de Kioto de 1997, tenemos que entró en vigor en 2005, la fecha de cumplimiento se puso en el 2012, pero fue prorrogado al 2020. Y, por otra parte, el Acuerdo de París de 2015 entró en vigor en 2016, pero se inicia en 2020. Es decir, tenemos unos plazos de ejecución muy largos, y hay una incapacidad de respuesta a corto y medio plazo.

Otra cuestión muy significativa es que han contado con la asistencia de miles de delegados, aunque el número exacto varía en cada edición, con cifras que oscilaron entre los 50.000 y 70.000 participantes en las últimas COP, desde compañías fósiles, bancos y multinacionales a distintos gobiernos, sean estatales o regionales, lo que provoca que las decisiones y aprobaciones sean muy complicadas entre los 197 países, con grandes dificultades para llegar a acuerdos por consenso. 

Asimismo, las empresas y países petroleros han operado en las COP como un obstáculo al progreso de las políticas climáticas, y su objetivo ha sido priorizar sus intereses económicos sobre una acción climática efectiva. El secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, en los prolegómenos de la COP30 ha arremetido duramente contra las empresas de la energía fósil y contra “muchos líderes que siguen siendo rehenes de los intereses de los combustibles fósiles, en lugar de proteger el interés público”. 

Hay quienes consideran que es necesaria una revisión fundamental de las COP. Así lo han manifestado un grupo de destacados científicos en una carta dirigida al secretario ejecutivo de Cambio Climático de la ONU, Simon Stiell, que en estas reuniones se debe pasar de la negociación a la aplicación para poder cumplir los compromisos acordados y garantizar la eliminación progresiva de la energía fósil. Y que debe haber una representación equitativa en las conferencias, dado que los lobistas de los combustibles fósiles superan en número a los representantes científicos, indígenas y de las naciones vulnerables al clima.

De esta manera, las voces de los países más afectados y vulnerables por el cambio climático no se tienen en cuenta, y estas cumbres del clima quedan en entredicho como espacios efectivos para la acción climática. 

Ahora bien, si las conferencias del clima son muy cuestionadas por su funcionamiento y representatividad no equitativa, son, pese a todo, el último reducto de los encuentros multilaterales –de países que se tratan como iguales– en busca del consenso.

El secretario general de Naciones Unidas ha manifestado que, pese a todo, los científicos aún creen que es posible “mantener un planeta habitable” y hacer que las temperaturas “vuelvan a estar por debajo de 1,5 °C antes de que termine el siglo”, lo cual comporta actuar “con rapidez y a gran escala” para minimizar “el sobrecalentamiento”.

¿Y cómo se puede? Su receta es clara: “Reduciendo inmediatamente el pico de emisiones globales; disminuyéndolas drásticamente esta década; acelerando la eliminación gradual de los combustibles fósiles; reduciendo drásticamente el metano y otros contaminantes climáticos de vida corta; y protegiendo los bosques y los océanos, los grandes sumideros de carbono de la naturaleza”.

Pero, para eso, entre otras muchas cosas, hace falta una sociedad civil concienciada y movilizada. En esa dirección, y en el lado no oficial, estará la Cúpula dos Povos (Cúpula de los Pueblos). Fundada en la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro de 1992, pieza clave del ciclo de la antiglobalización protagonizada por el Foro Social Mundial (nació en 2001 en Porto Alegre), la Cúpula dos Povos celebrará una verdadera contra cumbre, en la que los movimientos sociales son los verdaderos protagonistas. La presencia de 4.000 indígenas de todo el mundo meterá presión a las negociaciones.

*Presidente de Fundación Clima y Premio Nacional de Medio Ambiente