No es ninguna novedad que Renfe/Adif está ocasionando serios problemas a sus usuarios y que estos están viéndose obligados a optar por otros medios de transporte. Lo lleva haciendo desde hace años, pero estas últimas semanas está batiendo su propio récord.
Los retrasos de hasta 40 minutos, las supresiones de trenes, averías, ausencia de WC, falta de información o informaciones contradictorias entre las tres aplicaciones (Renfe, Adif y WhatsApp de Cercanías San Sebastián) han llegado a demostrar que el servicio es actualmente caótico. Los avisos se justifican con términos tan ambiguos como “incidencia en la infraestructura” o “causas de la circulación”.
Que caigan dos postes de la catenaria y haya que sufrir trasbordos en autobús entre Tolosa y Villabona, ¿no será por falta de mantenimiento? Desde la anterior dana, que produjo daños en las vías, los maquinistas no podían superar la velocidad de 20 km/h en ese tramo. Hubo que adelantar la salida de los trenes desde Brinkola para compensar el retraso que esa ralentización ocasionaba. No parece casualidad esa caída de postes. En Zumarraga, al menos desde junio, está averiado un ascensor de acceso al pasadizo subterráneo para pasar al otro andén. En Intxaurrondo, otro lleva aún más tiempo sin reparar. ¿Qué ocurre con el mantenimiento, que debería ser inmediato en un servicio público? Esto tampoco es un “problema de circulación” e impide a personas con movilidad reducida o con cochecitos de niños utilizar el tren. En el apeadero de Gros, a la entrada, hace años que no funciona la pantalla en la que se indican los tiempos de llegada de los trenes. ¿Desidia?
El pasado 21 de septiembre se suponía que acababan los transbordos en autobuses, consecuencia de las obras del TAV. Primero desde Andoain, después desde Hernani y, por último, desde Pasaia. La megafonía en el interior de los vagones seguía anunciándolo cada dos por tres y a un volumen respetable a veces, hasta el día 25 al menos, a pesar de que se supone que ya no se realizaban. Eso sí: ni palabra de qué está sucediendo y por qué se están produciendo tantos retrasos. El día 23 se publicó en el WhatsApp y resto de aplicaciones un nuevo horario en el que se indica que habrá transbordos desde Pasaia a Irun, y viceversa, desde el día 25. El día 26 se publicó en algunos medios un artículo titulado Cercanías de Renfe recupera la normalidad en Gipuzkoa, haciendo alusión a que ya han acabado los transbordos, aunque los horarios en vigor aún los contemplan y, de hecho, se producen. La víspera de la publicación del artículo y el mismo día 26 las cifras de notificaciones de incidencias por retrasos o reducción del recorrido fueron de 17/18. ¿Normalidad?
En este nuevo horario, que no se sabe si es el definitivo de invierno, se suprime un tren con salida de Brinkola hacia las 9.00 y se adelanta a las 9.35 un regional con salida de Legazpi, dejando sin servicio a los usuarios de ese tren, que no tienen otra alternativa de transporte público (Hace unos meses Lurraldebus puso en marcha un autobús diario y prácticamente cada hora de Zumarraga a Donostia, incluso los primeros y últimos salen desde y hasta Legazpi; pero no incluye Brinkola). Se da la paradoja de que, al ser Legazpi apeadero y no tener “vía de apartado”, el tren tiene que salir de Brinkola (que es estación y sí tiene), pero sin viajeros.
Las personas que consultan en las ventanillas (porque los monitores en muchos casos tampoco funcionan), o no tienen más información que las aplicaciones o pueden llegar a decir “el tren ha salido a su hora de Irun”, y cuando debería haber llegado a Gros, la aplicación informa de que ese tren, “por avería técnica, no presta servicio”. ¿En qué quedamos? No tienen información a tiempo real y tienen que soportar con más o menos paciencia la indignación del público.
Pronto hará dos años que se produjo la transferencia de las líneas de cercanías a la Comunidad Autónoma. Era obvio que la situación no iba a mejorar de la noche a la mañana por el mero hecho de que se hubiera firmado un papel, por mucho que se hubiera tardado en hacerlo. Tanto desde el Gobierno del Estado como desde el Gobierno Vasco pidieron paciencia, y paciencia tenemos, que a la fuerza ahorcan; pero pensamos, ingenuamente, que la situación no podía empeorar. Está claro que, al menos en el caso de la línea Irun-Brinkola, nos equivocamos.