Unos días antes del Cónclave en el que se elegía nuevo Papa el ex- estratega de Trump y conocido ultraliberal, Steve Bannon, advertía que la alternativa de Robert Prevost como Papa era de las peores posibles. Aunque no citaba las razones, todo parece indicar que la frontal oposición del entonces cardenal a la política migratoria del Gobierno americano, así como a la postura ultraliberal en lo económico de dicho Gobierno USA eran las razones de su preocupación. A decir verdad, las posturas contrarias del Papa Francisco a las tesis ultraliberales en boga en algunos países ya hizo que gobernantes como el presidente argentino Javier Milei dijera que Bergoglio era “representante del maligno”.

Las claras referencias del nombre elegido por el nuevo Papa a León XIII, autor de la célebre encíclica “Rerum novarum” e iniciador con ella de la denominada Doctrina Social de la Iglesia ¿podrían ser precursoras de un período de difíciles relaciones entre los mensajes de la Iglesia y las preocupaciones de las empresas?

Se cita, además, que, al igual que León XIII intervino con su Encíclica en el momento álgido de la Revolución industrial del siglo XIX derivada de los descubrimientos científicos y técnicos registrados en dicho siglo, León XIV muestra su preocupación por las consecuencias de la utilización de la Inteligencia Artificial como nuevo y potente instrumento tecnológico.

Merece la pena recordar, en primer lugar, que la Encíclica Rerum novarum se publicó en 1891, nada menos que 43 años después del Manifiesto Comunista, y en un contexto en el que las importantísimas mejoras de productividad derivadas del descubrimiento de la máquina de vapor y otros avances tecnológicos servían para el enriquecimiento en exclusiva de un pequeño grupo social, mientras que la mayor parte de la población vivía en situaciones miserables. (Recordemos la problemática del trabajo infantil, las largas jornadas de trabajo y sueldos de miseria en las industrias, la alta mortalidad infantil debido a la falta de nutrición y de condiciones higiénicas adecuadas,...).

Conviene también recordar que, en ese marco, León XIII criticó el liberalismo económico salvaje que explotaba al trabajador sin protección, pero también rechazó la lucha de clases como medio para alcanzar la justicia social. Y, en lugar de fomentar el conflicto entre trabajadores y capitalistas, propuso la colaboración entre las distintas clases sociales al considerar que el enfrentamiento solo llevaba a la división y al caos social

Es interesante también recordar que el derecho a la huelga se expresó explícitamente por primera vez mucho después, en una Encíclica de Juan Pablo II (al que se atribuye precisamente un importante papel en la disolución del bloque comunista) que fue publicada en el año 1981 y que, además, dicho derecho está sujeto a unas condiciones claras: debe ser el último recurso, debe respetar el bien común, debe ejercerse de manera ética no violenta y no debe usarse para fines políticos o ideológicos que desvirtúen su naturaleza.

¿Qué cabe pensar, entonces, de la posible actuación de León XIV en el marco de la previsible utilización de la IA de forma generalizada en empresas y organizaciones?

Como referencia tenemos su actuación en los conflictos de su diócesis peruana en los que, al parecer, desempeñó un papel destacado en la defensa de los derechos de los trabajadores agrícolas, especialmente en los sectores de la caña de azúcar y la agroexportación, pero también insistió en el diálogo como requisito ético ante toda protesta y como único método legítimo para resolver los conflictos.

El obispo Prevost recalcaba entonces la dignidad del trabajo humano y el derecho a una vida digna, con salarios justos y derecho a la huelga si es pacífica, proporcionada y respetuosa con el bien común, así como al derecho de sindicación. En un contexto latinoamericano que podría recordar a la Europa del siglo XIX antes citada. Ha defendido, por otro lado, un modelo económico ético, crítico del neoliberalismo que pone el capital por encima del ser humano.

Cabe pensar, por ello, que, ante una IA que probablemente va a transformar de forma profunda la manera en que trabajamos merced a su potencial para mejorar la eficiencia, reducir costes y aumentar la competitividad, se preguntará si su aplicación puede contribuir a fortalecer un modelo empresarial que pone a la persona en el centro o constituye más bien una amenaza para este proceso de humanización que la Doctrina Social de la Iglesia propone.

En ese sentido, si la IA se introduce sin una visión humanista, se corre el riesgo de deshumanizar el trabajo, sustituyendo el talento humano por procesos automatizados sin considerar el impacto en la realización personal y profesional de quienes conforman la empresa. Sin embargo, si se aplica con un enfoque ético e inclusivo, puede convertirse en una poderosa herramienta para potenciar dicho talento humano, liberando a las personas de tareas repetitivas y permitiéndoles enfocarse en actividades de mayor valor.

En definitiva, cabe esperar, por tanto, que ni los empresarios ultraliberales (que paradójicamente parecen creer en la lucha de clases más que algunos que se proclaman marxistas) ni, en el otro lado, los profesionales de la confrontación de clases van a encontrar apoyo en las enseñanzas del nuevo Papa.

Pero aquellas empresarios y directivos que busquen un Modelo basado en la cooperación y el desarrollo de las personas, apuesten por la formación continua de sus trabajadores, asegurando que la transición tecnológica no deje a nadie atrás e implementen la IA de forma que potencie la competitividad empresarial a corto pero también un mejor aprovechamiento del talento humano con visión a largo plazo, de forma que esté al servicio del humanismo, la cooperación y el bienestar de las personas, estamos seguros que se verán reconfortados y reforzados por las reflexiones del nuevo Papa.