Al parecer –no hay manera de aclararse bien de las intenciones de algunos mandatorios europeos, que un día dicen una cosa, luego la matizan, luego la retrasan– se habla de que Europa pretende invertir casi un billón de euros –casi un millón de millones– en defensa en los próximos años, no se sabe si a través de fondos europeos o sumando país por país. De algo de esto ha hablado Von der Leyen últimamente, que es la comisionada europea. También Macron –que ya antes de verano habló de mandar franceses a la guerra, lo que luego matizó y luego olvidó– habla y habla de que Putin no se va a parar en Ucrania y va a seguir por Moldavia, Rumania y Europa. Se habla mucho en Europa. Es lógico. La invasión de Ucrania por parte de Rusia supone un cambio de escenario brutal, de la misma manera que supone un revés tener en Estados Unidos a Trump y no a Biden, con quien la sintonía era casi total en los asuntos básicos. Lo que yo no sé si tiene sentido es asustar a los ciudadanos europeos con amenazas que parecen muy irreales. Evidentemente, lo parecen no porque lo digan Putin o Lavrov, sino porque en sí mismo no parece tener sentido alguno que Rusia se meta a pisar países que nada más pisarlos eso suponga invocar el famoso artículo 5 de la OTAN. No parece que haya interés ruso ninguno en un enfrentamiento Rusia-OTAN y no veo dónde encajan las palabras de Macron, si no es en asustar al personal y pavimentar el terreno para futuras inversiones multimillonaria en defensa. Tiempos complejos estos para tener una idea clara de qué hacer y por qué y a costa de qué, también complejos a la hora de discernir si te están avisando de algo con visos reales o sin más aprovechando una situación para venderte una moto que te va a suponer un coste inmenso que deje muy descuidadas otras inversiones. Difícil a veces distinguir a los buenos políticos de los charlatanes o de los oportunistas.