Hace unos días todos los sindicatos de la Junta de Personal del Ayuntamiento de San Sebastián informaban de que han tenido conocimiento de una denuncia anónima sobre un presunto caso de acoso sexual en el ámbito laboral del Ayuntamiento.
Que sea anónima no le resta credibilidad, por lo que esa denuncia debería hacer saltar todas las alarmas dentro del Ayuntamiento. Puede ser el indicio de que algo está ocurriendo y debería haber provocado un posicionamiento público firme e inequívoco por parte del gobierno municipal a favor de investigar si este tipo de situaciones pudieran estar dándose en el ámbito laboral municipal, además de activar el protocolo existente para estos casos con el fin de aclarar los hechos denunciados.
Sin embargo, el gobierno municipal de PNV y PSE ha hecho justo lo contrario. Amparándose en que no existe denuncia formal, ha cuestionado la actitud de los sindicatos por haber hecho público un presunto caso de acoso sexual en el trabajo, lo que se conoce popularmente como “matar al mensajero”.
Y lo que es peor aún, al no manifestar públicamente que va a investigar y que sin denuncia no va a hacer nada, lanza un doble mensaje: uno a las posibles víctimas de acoso sexual, que ante la pasividad del gobierno municipal difícilmente se sentirán con la fuerza y el apoyo necesarios para denunciar situaciones de este tipo cuando se produzcan. Y otro a posibles agresores, porque la inacción del gobierno hará que se puedan sentir impunes.
De poco sirve tener leyes y planes de igualdad, protocolos contra el acoso sexual, hacer campañas de sensibilización y prevención de la violencia contra las mujeres, o concentraciones en contra de ella, si cuando hay un presunto caso en el ámbito municipal, se mira para otro lado, y ni siquiera se refuerzan las actuaciones de prevención. Hacer eso es ser cómplice y nadie debería serlo, tampoco en el ámbito laboral.
No es fácil para las mujeres denunciar agresiones sexuales, ya sean en el trabajo o en cualquier otro ámbito, porque para ello es necesario contar con la fortaleza y el acompañamiento necesarios, está suficientemente estudiado y demostrado. Por está razón tan sólo se denuncian un 8% de las agresiones sexuales que se producen.
El ‘Protocolo de prevención y actuación contra el acoso sexual y el acoso por razón de sexo del Ayuntamiento de San Sebastián’ define el acoso sexual y el acoso por razón de sexo como “expresiones de violencia machista que se manifiestan en el ámbito laboral, constituyen situaciones discriminatorias por razón de género y la vulneración de derechos fundamentales como la dignidad, la igualdad, la integridad física y moral, la libertad sexual y el derecho al trabajo y a la seguridad y a la salud en el trabajo. Son manifestaciones de las relaciones de poder, que guardan relación con los roles que tradicionalmente se han atribuido a las personas en función de su sexo. Por todo ello, son conductas que hay que prevenir, evitar y que, cuando se producen, hay que detener y sancionar”.
A la vista de la reacción que ha tenido el gobierno municipal, no parece que tenga intención de reforzar la prevención para evitar que se puedan producir este tipo de situaciones, y si no lo hace, tampoco podrá detener y menos aún sancionar si se demuestra que ocurren.
No podemos normalizar actitudes de acoso sexual en el ámbito laboral con la excusa de que pasa en todas partes o de que no es para tanto, tal y como estamos viendo en el caso del beso no consentido de Luis Rubiales a Jennifer Hermoso, o como en el de Harvey Weinstein que dio lugar al movimiento #MeToo. No es normal que ninguna mujer tengamos que pasar por eso, que ninguna persona tenga que pasar por eso.
En la parte posterior del punto morado del Boulevard instalado por el Ayuntamiento de Donostia se puede leer: “Si no eres parte activa en la respuesta, serás cómplice”. Ese no debería ser un mero eslogan dirigido a la ciudadanía en general, debería aplicarse al pie de la letra también dentro del Ayuntamiento.
Solo así lograremos erradicar la violencia contra las mujeres y una sociedad libre para todas las personas.