Diversos estados se interesan por la idea de Marca País, que trata de mostrar los aspectos más positivos de un territorio, a fin de atraer turismo, inversiones o mano de obra cualificada. Para ello, con frecuencia adoptan un símbolo gráfico, como se hizo hace décadas en España con el Sol de Miró. Posteriormente, algunas regiones y municipios en todo el mundo han seguido ese planteamiento.
Dejando a un lado esa cuestión de fondo, hay algo sobre lo que llamar la atención en este último caso: los nuevos logotipos, en muchos casos, están sustituyendo a los escudos de armas municipales, algunos de los cuales tienen siglos de antigüedad. Hay diferencias en el modo en el que esto se hace.
Algunos ayuntamientos reservan el uso de la heráldica para contextos dotados de cierta solemnidad y el logotipo como una imagen para actividades específicas o más cercanas a la ciudadanía. Pero otros han eliminado su blasón de las páginas web, membretes, sellos, carteles, etcétera. Tan solo aparece el logotipo. Pero, incluso en el mejor de los casos, entiendo que esto supone una duplicidad carente de sentido.
Los estados soberanos utilizan siempre sus respectivos escudos. Otra cosa es que, para alguna campaña concreta (como se ha indicado), empleen algún logotipo. También en el sector privado valoran su simbología: basta con ver cómo la mantienen las grandes empresas del sector del automóvil. Pero aquí hay docenas de ayuntamientos que están postergando su patrimonio cultural. Citaré unos pocos ejemplos.
Por lo que respecta a la Comunidad Autónoma Vasca. En Bizkaia, el escudo de Bermeo muestra una escena de la caza de la ballena, además de la cabeza de un anciano (tal vez porque, hace siglos, la localidad ostentó el título de “Cabeza de Vizcaya”) y dos lobos. Basauri tenía también uno complejo. Pero ambos ayuntamientos utilizan en sus páginas web sendos logotipos (bastante parecidos entre sí).
En tierras guipuzcoanas, el blasón de Irun describe muy bien su función defensiva durante siglos: un castillo con dos aves encima (los eruditos locales discrepan sobre si son grullas o cigüeñas) y el lema en latín “vigilantiae custos”, alusivo a esa función de vigilancia (se supone que por los pájaros) y custodia de la frontera (esta última, claramente, a cargo de la fortaleza). En cuanto a Hondarribia tiene un blasón formado durante cientos de años: datan de finales del siglo XIII la ballena y el arponero. Más tarde se le sumaron un castillo, un ángel con una llave en la mano, la sirena y su pareja y otros elementos que forman un hermoso relato histórico-literario.
Álava/Araba, debido a que la mayor parte de sus pueblos son pequeños, mantiene mejor su heráldica municipal. Pero Amurrio ha sustituido el blasón con el lienzo de muralla sobre el que una mano ondea una bandera, por un logotipo que representa una A. Está bastante extendido eso de que los nuevos símbolos muestren la letra mayúscula inicial del nombre de la localidad.
En Navarra/Nafarroa, Lesaka tiene un blasón cuyo primer antecedente figura en un documento de 1373. El escudo tradicional, ya fijado para el siglo XVI, exhibe un cuartelado con lobos y puntas de flecha. En el año 1735 las armas fueron ampliadas con nuevos cuarteles (aunque hasta la segunda mitad del siglo XX siguieron utilizando el anterior). Ahora, en su marca, figura un puente.
En cuanto a Tudela, utiliza un logotipo representativo del escudo municipal. Se trata de una solución más respetuosa (también la sigue Donostia/San Sebastián) pero que, por de pronto, supone reducir la gama de colores a dos.
Este desplazamiento de la heráldica municipal por los logotipos es un fenómeno que puede observarse en el resto de España. Pero asimismo en otros países europeos, como en Francia. Porque en Iparralde, sucede algo similar. En Baiona también han dejado atrás su escudo, que muestra una torre flanqueada por los robles y con sendos leones rampantes. En cambio las pequeñas localidades de Donibane Garazi (Saint-Jean-Pied-de-Port) y Maule (Mauleon), utilizan sus escudos de armas tradicionales.