¿Hay palomas miopes? Me lo pregunté el otro día, cuando una rata del aire pasó rozándome la oreja, tan cerca que pude oír el sonido de su ala batiendo el aire. ¿Qué habría pasado si esa paloma hubiera calibrado mal su movimiento, si fuera una Rompetechos torcaz? Tal vez se habría estampado contra mi cabeza.

Además, ¿cómo son capaces las palomas de hacer todas esas filigranas en el aire, de calcular con tal precisión sus movimientos, de mirar hacia delante, si tienen un ojo a cada lado de la cabeza? ¿Se imaginan a ustedes mismos caminando o conduciendo con los ojos en la sienes? Habría que hacerlo con el cuello girado (y aumentarían los casos de tortícolis). Aunque eso también tendría sus ventajas, porque podríamos ver a la vez tanto lo que tenemos por delante como por detrás. Claro que, por otra parte, yo tampoco me imagino a una paloma conduciendo un Seat Panda.

La vida está llena de misterios. Por ejemplo, hay tres millones de personas en España que han votado a un tipo que se presentó a las elecciones sin programa electoral. O en Argentina, un país en el que el índice de pobreza es casi del 50%, fue elegido presidente otro elemento que echa pestes del concepto de justicia social. Un tipo al que hace la ola y pone medallas la ultraderecha patria, con la peligrosa ignorante Díaz Ayuso a a la cabeza (Díaz Ayuso, la que recientemente borró de la historia todos los siglos en que Navarra fue reino propio, al afirmar que comunidades como la nuestra nunca habían sido ni serían una nación; Díaz Ayuso, la que se anticipó durante la pandemia, con miles de ancianos malmuriendo en residencias, a ese darwinismo social que propone Milei).

Esa ultrederecha patria a la que necesaria, estadísticamente tienen que votar personas que cobran el paro, que reciben pensiones, que estudian con becas, que se van a bailar “¡Que viva España!” a Benidorm en viajes del Imserso… Nuevos punks -para deshonra del punk-, abanderados de la autodestrucción y el no future, palomas humanas con dioptrías, habitantes felices del tercer milenio, aunque a este paso solo vayan a quedar sobre la faz de la tierra las cucarachas...

¿Saben, por cierto, siguiendo con los enigmas, que el SEPE tiene un servicio telefónico (el 060) de atención a la ciudadanía que es de pago? Es decir, los parados tienen que apoquinar por utilizarlo (“¡Que se jodan!”, como gritó desde su escaño hace años otra precursora de la justicia social al revés, Andrea Fabra, diputada del PP, cuando Rajoy anunció una serie de recortes a los desempleados). 

En fin, la vida, repetimos, está llena de misterios: ¿Por qué los amantes de las palomas se denominan colombófilos? ¿De dónde demonios ha salido esa palabra tan ridícula, tortícolis? ¿Podríamos llamar a los fans del inspector Colombo palomófilos? ¿Alguien ha visto alguna vez una paloma con gafas? ¿O llevarán lentillas? ¿Hay palomas fachas?...