Llega Alberto Núñez Feijóo al Congreso de su partido en un momento dulce. La cita que arranca este viernes cerrará cualquier atisbo de divergencia interna a base de reforzar su liderazgo y de abrazar en su ponencia política y los cargos de referencia del Partido Popular el aspecto más monolítico, más pétreo de un pensamiento nacional derechista que abandona cualquier veleidad de presentarse como un partido de centro, reformista y dialogante.

En ese sentido, el único candidato a la presidencia llega con las cartas boca arriba después de tratar de travestirse en el pasado con disfraces de dialogo y reconocimiento de la diversidad en el Estado. La ponencia política que va a encumbrarse como biblia ideológica de la ‘era Feijóo’ reúne todos los emblemas del concepto uniformizador de nación de la derecha populista.

La criminalización del resto de sensibilidades soberanistas ha pasado de ser un argumento dialéctico de desgaste a convertirse en ADN de su proyecto nacional –vincula a los soberanistas vascos y catalanes con el supremacismo mientras gobierna con el primer partido nítidamente supremacista del Estado: Vox–.

En su deriva fundamentalista, el desprecio y minoración de las lenguas diferentes al castellano se practica arrinconando su uso y sometiéndolas; el modelo descentralizado se ataca con una pinza de falso municipalismo que busca laminar por abajo el estado autonómico, mientras por arriba confiere al Gobierno español la misión de contener la distribución de competencias; y, por terminar en el sucinto retrato ideológico, supura el deseo de impedir una representatividad democrática de las fuerzas mayoritarias en las que la propia Constitución identifica como “nacionalidades históricas”.

Este proyecto nacional, que no de convivencia, se blinda con la posición clave en el partido de quienes han sido especialmente celosos en dinamitar puentes en cualquier dirección diferente de la ultraderecha: Alma Ezcurra, ideóloga de esa ponencia y apéndice de Isabel Díaz Ayuso en la Ejecutiva; Miguel Tellado, que ha arrojado la dialéctica parlamentaria a un subsuelo embarrado con el objetivo satisfecho de hacer irrespirable la actividad del poder legislativo; y Ester Muñoz, la activa en redes y lenguaraz nueva portavoz en el Congreso, que suma como galones los desmentidos de los verificadores de bulos. Con estos cuadros y munición, Núñez Feijóo se prepara para asaltar La Moncloa desde la extrema derecha.