Vaya por delante que admito que tragarse en directo una jornada parlamentaria completa, sea de investidura o no, es una práctica de riesgo si no se es un iniciado. Al seguidor de la política nivel usuario le puede alterar las transaminasas. Lo que ya me extraña más es que a muchos opinadores de diversos medios con los que comparto seguimiento habitual de la actualidad política les escuche quejarse de que a la investidura de Imanol Pradales le faltó chispa porque hubo demasiada exposición argumental y poco rifirrafe. Lo resumen con la sentencia de que el lehendakari investido y el líder de la oposición, Pello Otxandiano, hicieron una intervención de tecnócratas.
Es evidente que contar un millar de medidas e iniciativas del programa de gobierno que presentó Pradales no van a provocar en la audiencia la ola mexicana ni las van a corear dando palmas. Pero estaría bien que nos aclaremos porque no deberíamos pedir concreción y propuestas de soluciones a los políticos si luego nos aburren y preferimos que punteen de rodillas ante la afición un buen riff de reproches e insultos que se puedan jalear desde los escaños de sus correligionarios. Esto es lo que pasa en otros Parlamentos día sí, día también y, cuando asistimos a ello, algunos echamos en falta un poco de concreción tecnocrática entre tanta patada voladora.
Ya sabemos que la política espectáculo se basa en el fuego de artificio, la frase gruesa, el mensaje apocalíptico y las soluciones mágicas, y esto juega en contra de quien acepte el juego y pretenda que los responsables de la gestión cumplan esos parámetros. La espiral comienza sacando conejos inesperados de la chistera y se dispara hasta pretender que del sombrero salga un elefante. Como no cabe, el mago es aburrido. Si la elección es la política del zasca y el castillo pirotécnico o el aburrimiento tecnócrata, habrá que preguntarse cuántas colas de ambulatorio, cuánto empleo juvenil, cuánta vivienda en alquiler o cuánto salario mínimo se han creado en la historia a base de cruzar esputos. Sé que exagero y que para todo hay un término medio; pero de ese término medio venimos y sus actores nos han traído a este gallinero. Así que, dame tecnócratas con propuestas, que para emociones fuertes está el goming.