¿Cuál es la situación del campo? ¿A qué se deben las reivindicaciones de los trabajadores del sector primario? ¿Qué tipo de medidas se podrían o deberían aplicar? Para afrontar bien el asunto, primero veremos cómo sus objetivos se fusionan con los de la sociedad. Después comprenderemos las razones por las que están en peligro y, por último, valoraremos a dónde nos lleva la inacción.

Mientras que cuando en otros sectores se piden “condiciones dignas por el bien común” se trata sólo de dinero, este caso es diferente. Que los agricultores, ganadores y pescadores tengan unas condiciones de trabajo dignas y sean competitivos conlleva cuatro beneficios para todos nosotros. Uno, alimentación de calidad con un precio razonable para el comprador y el vendedor en toda la cadena de distribución. Dos, un medio rural atractivo para evitar el abandono de los pueblos. Tres, equilibrio entre la economía, el medio ambiente y la sociedad. Cuatro, mantener la sabiduría heredada a lo largo de los siglos sobre las diferentes formas de producir y sacar rendimiento a nuestra tierra. No todos queremos pagar el coste que supone mantener todo ello. Sin embargo, si no lo hacemos hoy, el precio a pagar en el futuro será altísimo.

Pasamos a ver las razones por las que estos objetivos están en peligro.

Uno. Es difícil negar que la competencia debe ser en igualdad de condiciones: sería absurdo jugar un partido de fútbol en el que un equipo tiene siete jugadores y otro once, ¿no? Lo que se hace en esos casos son dos campeonatos diferentes. No es eso lo que ocurre en el mundo de la agricultura: en otros países permiten los transgénicos, no es necesaria tanta burocracia y regulación, se pueden usar más productos fitosanitarios y las condiciones laborales de los trabajadores son diferentes. Por esa razón se demandan las denominadas cláusulas espejo: dejar entrar sólo a los productos que se hayan hecho con las mismas condiciones. El famoso empresario Elon Musk es dueño, entre otras, de la empresa Tesla, que se dedica, entre otras cosas, a la producción de coches eléctricos. Hace años se burlaba de la competencia china, ahora la teme. En consecuencia, ha pedido la restricción de la entrada de esos coches en el mercado europeo. Es curiosa una de las razones por las que son más competitivos: ¡allí no hay sindicatos!

Dos. Continuamos con el símil del fútbol. A un aficionado de un equipo no le hace ninguna gracia que el dueño del mismo tome las decisiones, por ejemplo, desde Singapur. ¿Cómo va a conocer de primera mano las necesidades básicas? Es fundamental estar a pie de calle. Pues bien, eso es lo que está ocurriendo con muchas decisiones que se toman desde Bruselas. Por ejemplo, se jactan de haber hecho una regulación “moderna” para la Inteligencia Artificial cuando la más avanzada, sea norteamericana o china, debe cumplir menos restricciones. Nuevamente el exceso de burocracia acribilla la competencia.

Tres. En la actualidad está de moda “lo verde”. Todos los partidos políticos están “comprometidos” con el medio ambiente y la sostenibilidad. No nos importa pagar cinco céntimos más por un kilogramo de cualquier fruta si proviene de un cultivo ecológico. Los más preocupados por estos asuntos y los que deben tomar medidas de forma más activa son los agricultores, ganaderos, pescadores y cazadores. ¿Cómo puede ser que sus opiniones no sean más tenidas en cuenta? Una vez más, es muy fácil seguir una moda si no supone un coste. ¿Estaríamos dispuestos por ser más verdes a pagar el doble por una cesta de frutas y verduras?

La falta de competencia real con los productos que vienen de otros países, el alejamiento del medio de aquellos que toman las decisiones y la moda verde (en lo que respecta a las necesidades del campo) nos pueden llevar, si no se toman medidas, a un mundo con cinco atributos muy negativos para nuestro bienestar.

Uno, abandono del medio rural ante la falta de incentivos para trabajar allí. Dos, la soberanía de la comunidad se trasladará a una integración supranacional en la que los grandes fondos de inversión o las multinacionales serán las que tomen las decisiones sobre las tierras en las que hemos crecido y nos han dado de comer. Tres, pérdida del mayor tesoro de nuestro planeta: la biodiversidad. Los agricultores hacen pruebas para mejorar la calidad del producto. Las grandes empresas priorizan el beneficio.

Cuatro, menos variedad de frutas y verduras en el supermercado y a mayor precio. Cinco, peor salud de la población por dos razones. Es más caro alimentarse bien y algunos productos importados contienen aditivos para durar más tiempo. En Estados Unidos existen centros en los que sólo se venden enlatados, conservas y bebidas. En el campo están nuestras raíces. En el campo está nuestro futuro. Profesor de Economía de la Conducta, UNED de Tudela