De niño, veía los tractores en mi pueblo de veraneo. Eran para nuestros ojos infantiles símbolo de poderío, imponentes las vistas desde su altura y satisfactoria la sensación de que nos subieran a dar una vuelta. No pensábamos en que aquel juguete gigantesco era en realidad una herramienta de trabajo, símbolo de modernización de una forma de vida que se movía con las horas de sol. Así que, cuando hoy los veo ocupando carreteras, entiendo que hay una sensibilización extrema, que algo va muy mal para que salgan de las fincas y aparquen en las plazas.

Los rostros preocupados de nuestros baserritarras deberían preocuparnos. Sus dificultades para mantener su actividad, para vivir dignamente de ella, son las nuestras para conservar nuestra identidad, vinculada también a nuestros productos, por mucho que nuestras carnes las consumamos bajo denominación de procesado americano o nuestras verduras se esgriman como vanguardia de modernidad vegana importada.

Y debemos preocuparnos porque nuestros agricultores y ganaderos son primera línea de batalla ante el cambio climático, lo padecen y, sin embargo, en la cosecha de eslóganes con la que les movilizan, despuntan multitud de gorgojos que amenazan con hacer incomestible el fruto de su esfuerzo. El populismo ultra, negacionista de la amenaza climática, pretende hacer de sus tractores los bulldozers contra las políticas de desarrollo sostenible, que no son de izquierdas ni de derechas, sino de supervivencia. La alternativa es inflar negocio ajeno.

Proteger y facilitar el trabajo presente y el futuro del campo no se logra sin políticas de perdurabilidad de las condiciones ambientales o fitosanitarias. Nuestros baserritarras merecen el respeto de no ser tratados como la carne de cañón de batallas políticas de una ultraderecha asilvestrada que no rural. Busquemos soluciones sostenibles, que significan rentas dignas, costes asumibles. Pan para hoy y también para mañana. Y que no cedan el timón al más ocurrente, que identifiquen ya quién maneja su tractor. Cuando Remedios Amaya quiso saber quién manejaba su barca, ya era la última de la lista en Eurovisión.