Soy muy aficionado a las citas, aquellas frases pronunciadas por personas destacadas en la historia en campos tan diversos como la religión, la filosofía, la literatura, la ciencia, etc. Últimamente me estoy topando con algunas que describen nuestra actual realidad con sumo acierto. Hasta el punto en que muchas de ellas, pronunciadas o escritas hace ya bastantes años, resultan absolutamente premonitorias. ¿O acaso señalan que nuestro rumbo siempre ha sido el mismo?

Incluso desde mi total agnosticismo, reconozco que un tal Aurelio Agustín de Hipona, mucho mejor conocido como San Agustín, dio en la diana al decir que “el enemigo no puede ser más peligroso que el odio que se pueda sentir por él”. Muy a propósito de las guerras que presenciamos y también, en otro nivel, de las pugnas políticas que vemos últimamente. Chéjov, en la Rusia del siglo XIX, ahondó en lo mismo: “Usted, que es inteligente y culto, debería comprender que no son los matones ni los incendios los que destruyen el mundo, sino el odio, la hostilidad y las intrigas mezquinas”.

Vayamos a un lugar y época muy distintos del norte de África a caballo de los siglos IV y V, en que vivió Agustín de Hipona. Cogemos la máquina del tiempo y nos vamos a Francia en 1948. Época mucho más cercana a la nuestra, pero también muy distinta, sin la locura tecnológica y la vida hiperveloz que conocemos hoy. Albert Camus en su ensayo La crisis del hombre fue tan clarividente como San Agustín. Dijo que “estamos sumidos en la violencia y nos asfixiamos en ella. Ya sea dentro de las naciones o en todo el mundo, la desconfianza, el resentimiento, la codicia y la carrera por el poder están creando un universo oscuro”. Puede que su error fuera que en 1948 fuera oscuro y que ahora es directamente negro.

El día en que nos percatemos de que no somos el centro del universo, y que tenemos responsabilidad colectiva en todo ello, y reaccionemos tomando cartas en el asunto, será el día en que esto empiece a cambiar. No antes.

@Krakenberger