Pensábamos de manera ingenua que el final de la pandemia nos devolvía la luz. Sin apenas tiempo para respirar surgió la guerra de Rusia contra Ucrania, la amenaza de una crisis económica sin precedentes.

Cuando ya la habíamos afrontado con solvencia vino la crisis en Nagorno Karabaj entre Armenia y Azerbaiyán y otro estremecimiento nos recorrió.

Pero faltaba la traca final y así la incursión terrorista de Hamás sobre territorio israelí, provocó la respuesta también terrorista de estos sobre Gaza.

Recordando el texto de Bertolt Brecht en La guerra que vendrá: “Entre los vencidos el pueblo llano pasaba hambre, entre los vencedores el pueblo llano la pasó también”.

Al igual que en el conflicto Rusia-Ucrania, también en el volcán Israel-Gaza surge la controversia sobre la equidistancia, criticando desde algunos sectores fundamentalmente conservadores a quien osa situarse en tal lugar.

Al hilo de esta circunstancia se pueden y deben lanzar al viento algunos interrogantes: ¿se puede ser equidistante, entendido como criticar duramente las atrocidades cometidas el pasado sábado 7 por Hamás y al mismo tiempo las que comete Israel con cientos de bombardeos indiscriminados? ¿Se puede considerar lo que ha hecho Hamás como un acto terrorista y también la respuesta israelí?

Se puede y además se debe. Al menos, si se es honesto con las normas internacionales y especialmente con la ética humana. ¿Se puede por tanto ser solidario con el pueblo judío y al mismo tiempo con el palestino? Se puede y se debe.

Pero el nuevo escenario al que han ido llevando a la política española, los discípulos de Bannon-Trump, en especial los más aventajados Miguel Ángel Rodríguez y su pupila Ayuso, hace que sea complejo adoptar esta posición.

A quienes públicamente en las redes sociales exponen una posición justa con los que sufren lo que está ocurriendo, el pueblo judío y el pueblo palestino, se nos intenta silenciar a base de fuertes críticas, señalándonos como cómplices de los terroristas. Malos tiempos para la lírica estamos viviendo.

Eso nos ocurre a las gentes de a pie, mientras que a los dirigentes políticos de las izquierdas se les acribilla de manera injusta tergiversando todo cuanto dicen y a Pedro Sánchez se le abuchea en el lugar donde según ellos debiera haber respeto.

No cumplen ni siquiera con sus normas básicas, ellos que tanto presumen de ser la elite, la aristocracia social resulta que son una panda de energúmenos maleducados sin escrúpulos.

Todo ello, con la colaboración del gobierno israelí y su ejército, que han inundado los medios de comunicación de su potente aparato de propaganda.

Escuchar a uno de sus representantes con ropa militar, un tal Roni Kaplan, que con su perfecto deje argentino intenta manipular todo lo sucedido sorprende, incluso a veces indigna.

Se le podría interrogar: ¿considera usted que el mercado, o las decenas de edificios, incluso su hospital bombardeado con decenas de víctimas en Gaza eran un objetivo militar?

Porque tuvo la poca vergüenza de señalar que Israel solo estaba bombardeando objetivos militares. ¿Entonces, de dónde salen los más de 2.000 civiles asesinados?

Paradojas del destino, lo que está haciendo Israel ahora a nivel propagandístico se asemeja bastante a lo que los nazis hicieron dirigidos por Goebbels.

Hamás es un grupo terrorista, eso es cierto, pero también lo es el actual gobierno de Israel. Señor Roni Kaplan: ¿Acaso no es terrorismo dejar a una población de dos millones y medio de personas, la mitad niños, sin luz, sin comida, sin agua, sin hospitales, sin poder recoger a los muertos provocando la posibilidad de una pandemia? ¿No lo es expulsarles de sus hogares hacia el sur?

¿Acaso no es terrorismo que uno de los ejércitos más poderosos del mundo que podría buscar a los dirigentes de Hamás uno a uno, esté bombardeando brutalmente de manera indiscriminada asesinando a civiles?

Asesinando sí, igual que Hamás asesinó a los israelitas civiles inocentes. Sois iguales unos y otros, señor Kaplan, asesinos.

Porque lo que no acaban de entender es que España es un país libre que tiene algunos, no todos, medios de comunicación que nos están dando una información plural y veraz.

Además estamos educados para poder discernir la verdad de la manipulación. Usted no lo entiende, no le han educado así, por eso va diciendo de canal en canal su propaganda goebbeliana.

Y esto lo escribo antes de su terrible invasión. Tenemos así una sociedad tensionada y polarizada de manera muy peligrosa. La política actual de “tierra quemada” puesta en marcha por PP y Vox al amparo de las tesis de Banon-Trump-MAR-Ayuso amenaza con provocar situaciones peligrosas.

A lo ocurrido con el acoso al portavoz socialista Puente, se le une la campaña para que el presidente del gobierno recibiera una sonora pitada al acudir al acto del 12-O.

Lo más terrible fueron los gritos “que te vote Txapote” lanzados por la turba derechosa. Aunque vistas las imágenes no se sabía si iban dirigidos a Sánchez o a los reyes, ignorando que hasta la fecha no se les puede votar, ni Txapote ni nadie.

Lamentable espectáculo que tiene visos de repetirse, incluso elevando el nivel de ruido si como se espera Pedro Sánchez consigue su investidura.

El comentario indecente del portavoz del PP, Elías Bendodo, asegurando que “la calle es nuestra”, recordaba aquellos negros días en los que su fundador Manuel Fraga aseguraba lo mismo y ya sabemos las consecuencias que tuvieron.

Tiene mala pinta. Haría bien la izquierda en irse preparando para ese escenario activando su defensa, dialéctica, social y política, porque vivimos y vamos a vivir tiempos especialmente siniestros.