Afortunadamente, no ha habido que lamentar ninguna torcedura de tobillo en los saltos por la victoria del Partido Popular en el balcón de la sede de Génova, sí, la misma que aseguraron iban a dejar por el mal olor que desprendían las tuberías de todo el edificio. Aunque han pasado varios años desde el anuncio, los populares no han tenido suficiente tiempo, enfrascados como han estado, primero en los navajazos internos, y más tarde pensando en el baño de multitudes que se iban a dar tras las pasadas elecciones.

Lo del baño de multitudes ya lo había preparado Borja Sémper cuando presentó un circo en una playa llena de sombrillas azules de su partido. No lo sé, pero en estos días me parece que a alguien se le ha cortado la digestión. Los empachos de gloria son lentos de digerir, algunos no los digieren nunca. Deberían haber aprendido de su jefe de filas, el señor Núñez Feijóo, que aunque paseaba en yate con un capo narco, al que, por supuesto, no conocía, rara vez se zambullía en las cristalinas aguas gallegas. Cosas de la digestión.

Y ahora qué, por dónde tiramos, parece decir el señor Feijóo, que no sabemos si sube o baja. A mí no me sorprendería que estuviese pensando en coger el AVE a su tierra natal. Yo ya le veo a Ayuso más que dispuesta a picarle el ticket, aunque Miguel Ángel Rodriguez seguro que le paga el viaje de su bolsillo en avión, siempre y cuando sea de no retorno.

Ya lo decía Mariano Rajoy: “todo esto es muy difícil”, salvo que el príncipe de la indolencia se refería a las dificultades idiomáticas del aprendizaje del idioma inglés. Dicen que Obama se quedó petrificado. No es para menos.

Sin embargo, hay gente que no ve ninguna dificultad en la entronización de Alberto Núñez Feijóo como presidente. Luis María Anson, sin acento, periodista cortesano de abolengo y hombre de notable sagacidad, tiene la fórmula mágica. Y así lo ha escrito en un diario nacional: PP, Vox, PNV, UPN, CC son 176 votos, es decir, mayoría. Lo curioso de este fantasioso enunciado es que pretende que el partido de Abascal no entre en el gobierno y que el PNV se avenga a negociar con un PP que pacta sin ningún recato con la extrema derecha. ¡Qué cosas! El “wishful thinking”, sus deseos, le han obnubilado la razón. No tanto, sin embargo, como para no apostar ahora abiertamente por Isabel Díaz Ayuso.

En fin, Luis María Anson, sin acento, es por su experiencia un hombre del que difícilmente podría decirse que se ha caído de un guindo; esta vez la caída parece haber sido desde un álamo.

Quizás su próxima propuesta sea que no se vote ni en Euskadi ni en Catalunya. Total para qué, lo único que hacen es aguar la fiesta, aunque esta vez no haya habido saltos ni brincos.

*Periodista