1. Procura abstraerte de la campaña. Es una época anómala, un artificio, un espacio de tiempo en el que se muestra la parte más banal de la política. Durante el periodo de una legislatura habrás tenido la mejor oportunidad para decidir qué es lo que te conviene votar. Lo de estos días es un juego absurdo, porque lo más común es que reclamen tu voluntad apelando a simplezas, una foto o un eslogan. Como es estúpido el día al que se le denomina jornada de reflexión, como si no reflexionaras a cada momento.

2.

El que te regale algo te quiere servil. Habrá candidatos que piensen que eres un ser egoísta, que sólo serás capaz de votar a quien te dé algo, particularmente a ti y concretamente a ti. Y que actuarás guiado por un interés pecuniario. No eres el perro de Pavlov, ¿verdad? Sabes apreciar lo que te es cercano, pero también lo que pueda beneficiar a más gente, incluso a gente que no conoces ni te imaginas. Reflexiona qué supone este modo de tomarte en cuenta: si te tratan así, es porque probablemente crean que eres ese perrito que babea tras el reclamo. Es una manera de hacerte dependiente y de limitar tu libertad.

3.

No todos mienten. Se miente bastante, sí, pero no de la misma manera ni con la misma intensidad. Un candidato pertenece a un partido, y este constituye un grupo humano que establece sus propias normas de conducta, sus tolerancias con lo inmoral. Algunos toman por válida la posibilidad de mentir y hacerlo, además, de forma sistemática, como instrumento de trabajo. Las bandas de ladrones aceptan para sí la virtud de robar, y están conformes en su inmundicia. Valora quiénes sabes que te han engañado otras veces, o en su defecto, quiénes son los que no se ruborizan cuando se les señala el engaño. Tampoco confundas ser el más jatorra con ser el más sincero.

4.

Pide un mínimo intelectual, incluso un mínimo estético. El nivel es paupérrimo, sí. Pero si hay sutiles diferencias, hay que apreciarlas. Ese que no sabe escribir una frase con sujeto, verbo y predicado; ese que se presenta delante de ti vestido como si fuera a trabajar en una cochiquera; ese que no sabe hablar de nada que no sea política, o de nada que no le hayan instruido desde su partido; ese no merece que le otorgues el honor de ser tu representante.

5.

La abstención es una opción. Se dice muchas veces que si no votas, no te puedes quejar después. Nada más falso. Votar es una opción, no la única, de participar en el desarrollo social. A lo largo del año, casi todos los días de tu vida, tendrás la oportunidad de contribuir a los intereses comunes y hacer valer los tuyos. Se puede participar de muchas maneras, a través de la conformación de la opinión pública o mediante la creación de espacios para la convivencia.

6.

No creas que la política puede hacerlo todo. Si tu vecino tiende la ropa delante de tu ventana, la solución probablemente no esté en que el Ayuntamiento elabore una ordenanza que establezca los centímetros de vuelo de la colada. Una estupidez que frecuentemente se escucha es esa de que cuando aparece un problema, lo que hay que hacer es propiciar una regulación. Esto debemos regularlo, regúleme por favor. Sobran normas, y sobre todo sobran normas malas, absurdas, pedantes e impositivas. Las soluciones a los problemas de convivencia no siempre pasan por el boletín oficial.

7.

Estás eligiendo a tus empleados. A los gobernantes se les pone al frente de la más poderosa maquinaria jamás creada, la Administración pública, y se les concede la posibilidad de meterte la mano en tu cuenta corriente, porque deciden impuestos, tasas, precios regulados y multas. Lo que no permitirías a un familiar cercano, se lo vas a permitir a alguien de quien tal vez sólo conozcas la foto en un cartel. Entrena tu capacidad para exigir, y no permitas que tus representantes, o la Administración que les toca dirigir, se constituyan en tus enemigos.

8.

El corazón cuenta. A veces el mejor voto es el voto del pálpito, el que no condensa una razón escrupulosa. Muchas decisiones las tomamos mediante este método. No es frivolidad, es cordura. No te entretengas en juegos tácticos ni te veas condicionado por las encuestas. Tú eres el que manda; no hagas eso que quiere que hagas el que quiere retorcer tu voluntad.

9.

Algún día tendrás que hacer algo para perfeccionar el sistema representativo. Ningún político te dirá que su objetivo es limitar la cantidad de poder del que quiere disponer. Ganar el poder para perder poder. Reflexionar sobre el peso de las personas en la política y de la política en la sociedad es tan importante como echar un voto en una urna. La diferencia entre colectividad y rebaño.

10.

Tienes derecho a llamar imbécil al que diga que el día de los comicios es “la fiesta de la democracia”.