Dice un refrán que “en abril, aguas mil”, pero este año no se ha cumplido. Normalmente, el mes de abril siempre ha sido bastante lluvioso, y en mayo cambia la cosa. Pero este año, la cantidad de lluvia caída en Euskadi y en Navarra, está por debajo de los valores normales de otros años, con lo cual la situación es muy preocupante. En el caso de Cataluña, por citar la situación del resto de la península Ibérica, el cierre del canal de Urgell es el primer gran aviso de los graves problemas de la sequía. La mayoría de campesinos ya no puede regar los cultivos y prevé pérdidas millonarias.

Tal y como oí en la emisora Onda Vasca del Grupo Noticias el pasado 19 de abril, donde se informó ampliamente de la situación de la falta de agua y de la situación de los cultivos y del abastecimiento urbano en Euskadi y en Navarra, las zonas que más preocupan en estos momentos se sitúan al sur-suroeste en Álava y en la mitad sur de Navarra.

El citado programa de Onda Vasca se centró sobre todo en la situación de Navarra donde la escasez de lluvias puede llegar a ser catastrófica en algunas zonas para la agricultura de secano. Los agricultores piden ayuda ante una situación dramática para ellos, y el presidente de UAGN, Félix Bariáin, vino a decir que “todos los cultivos que son secanos se pueden dar por perdidos, aunque llueva. Que el agricultor recupere la cosecha es prácticamente imposible. La podemos dar por perdida en la mitad sur de Navarra”.

En el caso de Euskadi, el pasado sábado 22 de abril en unas declaraciones a radio Euskadi el director general de la Agencia Vasca del Agua, Antonio Aiz, vino a plantear de forma contundente “la necesidad de un uso racional del agua, tanto en época de abundancia como de escasez. Y refiriéndose a la situación de los embalses, en los tres territorios, señaló que estaban bien de caudal, y el abastecimiento de agua potable estaba asegurado durante un año; aunque si sigue la ausencia de lluvia, podía haber problemas en los riegos para la agricultura y para los campos”.

Sin duda, la situación de Navarra, es la más problemática. En el programa de Onda Vasca, el meteorólogo y delegado de Aemet en Navarra, Peio Oria, también dijo que las previsiones no son sólo malas por la predicción de los próximos días sino por el calor atípico para la época. “Esta semana tendremos un nuevo episodio de un calor de verano y esto son más malas noticias. Supone más pérdidas. Son temperaturas muy altas para la época”.

En este sentido, el Pirineo donde la situación es algo mejor que en la zona media y el sur, Peio Oria reconoció que es la “peor situación en los últimos 30 años”. “Tuvimos una época mala en los 90 pero el 2022 ha sido el año más cálido con meses críticos sin una gota en la mitad sur. El escenario es delicado”.

El pasado 20 de abril la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) hacía un llamamiento que fue publicado en el Diario de Noticias de Navarra “a los ayuntamientos navarros a ahorrar agua ante un verano complicado, que en el caso de que las entidades locales detecten un riesgo en el abastecimiento, se recomienda adoptar medidas como ahorro en el uso del agua de boca. De esta forma, si las entidades locales detectan un riesgo, se recomienda que adopten las medidas preventivas necesarias, tales como la concienciación a la población, el ahorro en el uso del agua de boca u otros usos de agua dependientes del abastecimiento municipal y, en su caso, de restricciones para asegurar el suministro”.

Me parece bien que se llame a reducir el consumo de agua de boca y a que las y los ciudadanos hagan un esfuerzo extraordinario de ahorro. Ahora bien, la Confederación Hidrográfica del Ebro debería también hablar de una política de ahorro del agua integral, comenzando por los grandes consumidores. En este caso es obligado referirse a que, en la actualidad, y en base a datos del ministerio de Transición Ecológica, el regadío consume el 80% del agua en Navarra, a pesar de la emergencia climática en que vivimos, donde las precipitaciones disminuirán de un 15% a un 20% en Navarra a finales del siglo XXI según los estudios del Gobierno de Navarra. Y, además están previstas 21.000 hectáreas más de regadío con la segunda fase del Canal de Navarra. ¿Tienen sentido más regadíos en la situación de crisis climática en la que estamos?

Pero volviendo al caso de Euskadi, el futuro también es preocupante. Según los estudios y los datos que maneja el Gobierno Vasco, se prevé una reducción anual de la precipitación y, especialmente, durante los meses de verano, que en nuestro caso se calcula entre un 15 y un 30% para el escenario de final del siglo XXI. Las temperaturas máximas extremas a fin de siglo podrán subir entre 1,5º C y 4º C y las mínimas entre 1 y 3º C. Este aumento térmico podría conllevar una mayor evapotranspiración y un mayor riesgo de incendios forestales.

En este sentido, desde el punto de vista de los recursos hídricos, es fundamental continuar con las políticas que propician un uso racional y responsable del consumo del agua por la ciudadanía en época de abundancia, cada vez menos, y de escasez, además de reducir las fugas en los sistemas de aguas por parte de las empresas gestoras; mejorar la depuración de las aguas para que se puedan hacer captaciones de agua en nuestros ríos por si fueran necesarias; así como la reutilización directa de aguas depuradas para usos poco exigentes, como el riego y la recarga de acuíferos, entre otros.

Experto en temas ambientales y Premio Nacional de Medio Ambiente