La vejez y el envejecimiento están experimentando en nuestra sociedad cambios transcendentales que hacen que aumente todavía más su complejidad y la heterogeneidad del colectivo de personas mayores.

Es, sin duda, un reto complejo para las instituciones. En nuestro caso, para el Goberno Vasco, para la Diputación Foral de Gipuzkoa y, subsidiariamente, para las corporaciones locales, nuestros ayuntamientos, como responsables máximos de las políticas que hay que aplicar y de los recursos que hay que destinar a esta nueva realidad.

En este sentido, quiero destacar el esfuerzo que está llevando a cabo la Diputación Foral de Gipuzkoa y, en especial, la propia diputada de Políticas Sociales, Maite Peña. Sobre todo, quiero destacar, por la parte que nos corresponde como colectivo de Helduak Adi, el esfuerzo que está desplegando con determinación para adecuar el Consejo de Mayores de Gipuzkoa a la realidad actual del envejecimiento de nuestra sociedad.

A lo largo de la historia las personas mayores han sido muchas veces ignoradas como realidad social, limitando su existencia al ámbito familiar y considerando su dimensión social como un problema circunscrito a las residencias de mayores. Pero la realidad está cambiando. Hoy más que nunca somos un colectivo emergente, activo y dinámico que se encuentra en una fase de crecimiento casi exponencial.

En los próximos 20 años, en el conjunto del Estado, nada más ni menos que catorce millones de personas alcanzarán y superarán la edad de los 65 años. Son las generaciones del baby boom que van llegando a esa edad simbólica y se suman al conjunto de las personas que ya somos parte de ese colectivo de personas mayores.

Extrapolando los datos del baby boom del Estado a Euskadi, en los próximos diez años algo más de 320.000 personas alcanzarán los 65 años. Si nos circunscribimos al territorio histórico de Gipuzkoa, los datos son un reflejo claro de esta nueva realidad. Para 2036 se prevé que seamos más de 750.000 la población de Gipuzkoa, de los que más de 210.000 tendrán más de 65 años. Nada más ni menos que el 28% de la población. Con su consecuente aumento de personas mayores que superarán los 100 años y el inevitable aumento de las personas que van a requerir de más cuidados por los problemas de dependencia que acarrean el propio envejecimiento y la aparición de enfermedades asociadas al paulatino deterioro de la salud.

Europa en su conjunto, todo ese complejo sociocultural que tratamos de comprehender como la moderna sociedad occidental y, por tanto, también Euskadi y Gipuzkoa, están inmersos en este fenómeno generalizado del envejecimiento que requiere de una acción concertada, y también de un aprendizaje mutuo.

En el amplio colectivo de personas que ya hemos superado la barrera de los 65 años convivimos personas que, sin negar la realidad de los años y sus inevitables cambios, no nos sentimos viejos o viejas. Son muchas las personas que vislumbran una vejez larga y saludable y que, por tanto, quieren seguir aportando a la sociedad, al bien común.

Desde la reflexión que hacemos en Helduak Adi!, la asociación que presido, abogamos por una vida plena también para este ciclo vital en el que, siendo conscientes de las limitaciones e imperativos previstos e imprevistos de la edad, consideramos que nos corresponde seguir aportando al bien común y al bienestar de nuestro entorno más cercano y de la sociedad en su conjunto.

Tradicionalmente se ha tendido a pensar que existe una relación positiva, directa entre la acción, el estar ocupado en actividades y la satisfacción con la vida. Tendemos a relacionar la felicidad con la necesidad y el hecho de seguir haciendo cosas, sin preocuparnos demasiado del valor real, del por qué y para qué de esas actividades. Me refiero al concepto tan manoseado de “vida activa”, que tanto se ha empleado institucionalmente y, por contagio, también socialmente.

Desde nuestras reflexiones en el seno de Helduak Adi!, como colectivo de personas que nos preocupamos por esta nueva realidad social, proponemos un cambio de paradigma, un enfoque nuevo que aporte más luz sobre la complejidad: hablamos de “vida plena”. Lo que viene a significar que nuestro bienestar no depende exclusivamente de la cantidad o intensidad de las actividades que llevemos a cabo, sino del sentido con el que las enfoquemos, de la voluntad de seguir aportando valor añadido, personal y colectivo, a nuestra sociedad.

En ese deseo profundo, vital de seguir contribuyendo a la sociedad, no se requiere tanto del hecho de mantener un cierto nivel de actividad, procurando añadir años a la vida, sino del firme propósito de seguir progresando en el desarrollo de las dimensiones personales, para poder dar más sentido y vida a los años.

Entendemos que eso solo se puede conseguir desde el estudio y desde la formación, para que cada cual sea capaz de elaborar y desarrollar proyectos de vida personalizados, integrando de forma complementaria el crecimiento personal, con el desarrollo comunitario. A esta edad, ¿más formación?, se preguntará alguien. Pues, efectivamente, la respuesta es más formación en aquellas materias que mejor reflejen las competencias que se precisan para responder adecuadamente a las necesidades personales y sociales que representamos a nuestra edad.

Por eso, como asociación preocupada por las cosas que nos atañen, consideramos que es vital el esfuerzo que están realizando en el Departamento de Políticas Sociales de la Diputación Foral de Gipuzkoa para adecuar el Consejo de Mayores de Gipuzkoa a la realidad actual del envejecimiento en nuestra sociedad.

Un esfuerzo que queremos apoyar y alentar desde la asociación Helduak Adi!, como colectivo de personas mayores, capaces de vivir en plenitud los años que nos quedan, recibiendo las ayudas y los cuidados que, sin duda, necesitaremos, y aportando, solidariamente, lo que de nosotras y nosotros también la sociedad sigue necesitando.