Las palabras de la presidenta de la Comunidad de Madrid, en sede parlamentaria y dirigiéndose al portavoz del Partido Socialista, el señor Lobato, a través de la invocación “que os vote Txapote”, se ha dejado correr por el Partido Socialista usando un tacticismo inteligente, que la ciudadanía digiera la desmesura. Es más difícil que semejante rebuzno pase desapercibido para quienes hemos sufrido durante largos periodos de tiempo el “todo es ETA”, propagado por los gobiernos populares y por la irredenta derecha mediática española.
Frases como la anterior, que surgen del inconsciente colectivo no solo de Vox sino de líderes del PP proporcionan una elasticidad pasmosa a la expresión “todo es ETA”. Se extiende al Partido Socialista madrileño, en general al Partido Socialista que también ha sufrido entre sus miembros asesinatos de los Comandos de Txapote de relevancia, entre otros, el de Fernando Múgica.
El dilema que se plantea es de los dilemas morales sobre los que reflexionó Kant. Quién manda en el PP, Isabel Díaz Ayuso y los miembros de FAES. Si lo anterior es así, constituye una impostura las declaraciones de Feijóo en la 26 Intermunicipal del Partido Popular en Valencia afirmando que “vamos a liderar la España cansada de la política de bloques y cansada del señalamiento y del frentismo”. Reflexiones absolutamente disímiles de lo declarado por Ayuso, o la otra alternativa es pensar que Feijóo y Borja Sémper no son un sucedáneo del centrismo que pretenden proyectar, en el caso de Feijóo cada vez con menos frecuencia.
Mis dudas derivan de que yo comparto Patronato en una Fundación con una diputada del PP que se caracteriza por su serenidad, por su falta de acritud y crítica con el atronador ruido de esta legislatura. El tema es que esta diputada es catedrática de Derecho civil y Ayuso es, por lo que se ve, alumna ilustre de la Complutense.
Quizá el problema de la presidenta de la Comunidad de Madrid es que posee una relación de ventriloquía con Miguel Ángel Rodríguez, su ideólogo. Miguel Ángel Rodríguez bebe de las fuentes de D’Annunzio, que predicaba un ultranacionalismo italiano, nunca se llamó a sí mismo fascista, si bien se le ha atribuido el inventar parcialmente el fascismo italiano, ya que tanto sus ideas como su estética fueron una influencia para Benito Mussolini.
El asesor áulico de Ayuso no solo es conocido por el extremismo de sus ideas sino también por su presencia en la jurisprudencia penal. Miguel Ángel Rodríguez fue condenado el día 25 de abril de 2011 por un delito continuado de injurias graves realizado con publicidad contra el anestesista y excoordinador de Urgencias del Hospital Severo Ochoa de Leganés, el doctor Luis Montes. El 3 de mayo de 2013 fue detenido por conducir en estado de embriaguez, chocando contra varios coches aparcados. Cuadruplicaba la tasa de alcohol permitida.
Sin perjuicio de lo anterior, dos son las estrategias del denominado MAR, que ya las practicó D’Annunzio: la descalificación brutal del enemigo político (se usa una expresión lúcida para describir esta actitud en la política madrileña, el embarramiento) y el intento de apropiación de la simbología de un país, de la bandera, del himno, la creación de una historia imaginaria y épica, prescindiendo del patriotismo auténtico, resolver los problemas de los ciudadanos como preconizaba Alexis de Tocqueville.
Siendo condescendientes, podríamos pensar que lo que le sucedió a Ayuso fue un ataque colérico ante las dificultades para resolver los problemas de la sanidad pública madrileña, materia sobre la que versaba el debate.
Es difícil resolver los problemas de la sanidad pública cuando simultáneamente se está desmantelando, cuando las manifestaciones contra la política sanitaria de Madrid convocan a 650.000 ciudadanos en la calle.
El propio consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, siguiendo de nuevo las estrategias de la extrema derecha, utilizó los típicos flecos de menosprecio de una manifestación abrumadoramente mayoritaria, afirmó que apenas había visto imágenes de la misma, que estaba politizada y que en absoluto va a ser tomada en consideración para los planes de su departamento en relación a la sanidad madrileña.
La propia Díaz Ayuso, en sus debates parlamentarios, califica de comunistas a los que refutan sus planteamientos. También Trump calificaba al Partido Demócrata de peligroso partido izquierdista, de antifa, afirmando que mi oponente quiere darle todo a Cuba y a los Castro, y también quiere darle todo a Nicaragua y a Venezuela, en una exaltación delirante en la campaña electoral. Expresiones y manifestaciones parecidas utiliza Bolsonaro, negando, entre otras cosas, la legitimidad de la victoria electoral de Lula da Silva.
Estas tensiones tectónicas se percibieron en la 26 Intermunicipal del PP celebrada en el Museo de las Ciencias de Valencia. Mientras Feijóo afirmaba que se trata de liderar la España cansada de la política de bloques, del señalamiento y del frentismo, el expresidente Aznar le realizó el siguiente quite: el PSOE lo que presenta bajo su apariencia es una coalición negativa de populista de extrema izquierda, de secesionistas y de antiguos terroristas. Siguió afirmando: ¿qué hay de progresista en dejar que delincuentes reescriban el Código Penal? Cuando Feijóo se confirmó como heredero del legado de Aznar es difícil saber a qué se estaba refiriendo.
No se sabe si el PP pretende consolidar solo determinados cotos políticamente afines como La Moraleja o el barrio de Salamanca o va a plantear una propuesta de Estado. Personalmente me da lo mismo. Cada vez hay más ciudadanos que valoran la pluralidad, el progreso ideológico, la plurinacionalidad a pesar de una masa crítica ajena al compromiso de cualquier naturaleza (formar parte de una sociedad cultural o deportiva o asumir la candidatura para un Ayuntamiento. Como afirmaba Xabier Iraola en este periódico, solo queremos ser parte de asociaciones, entidades y municipios solo a modo de usuarios).
No hay mejor colofón para este artículo que lo escrito por Iñaki Anasagasti en su libro Palabra de Iñaki. Refiriéndose a un vasco de Aulestia que vivía en América, “sacaba su tarjeta que ponía: Celedonio Larrañaga, Amigo del Gobierno”.
Jurista