Segundo viaje en ese año a Cuba por motivos profesionales como, en mi caso, era lo habitual en esos tiempos. En la habanera plaza de las Armas, en uno de los tenderetes habituales adquirí el libro de Pablo Milanés, Canciones, que contiene una selección de sus poemas convertidos en canciones.

Pablo Milanés falleció hace unos días dejándonos un legado poético y comprometido con la evolución de su país, a lo que yo añadiría, y con la del mundo. Todo ello contrastable con las transformaciones personales y conceptuales que experimentó en paralelo con las observadas por muchas personas en el Orbe. También el que esto escribe, por supuesto. Doce años de relación profesional con el país de Pablo Milanés dan para abrir la mente, la perspectiva y para matizar ideas atrayentes no realizadas.

Las sensaciones que produce la pérdida del cantautor cubano en relación a lo que quiso para su país a lo largo de su compromiso vital, empujan a ver con cierta perspectiva la evolución de la propia Cuba que, honestamente, hay que definir como insatisfactoria. Insatisfacción centrada en el declive de la vida normal socioeconómica, de su nivel de vida, a pesar de las últimas votaciones realizadas, en las cuales el nivel de abstención, aun siendo más bajo que la habitual en Europa, es más importante que el resultado en sí mismo, por la forma de crítica novedosa contra el Gobierno que ello supone. Deberíamos apoyar y dejar a los propios cubanos residentes en la isla la resolución a medio plazo de la situación en aqul país.

Si enfocamos la situación de Cuba hacia lo económico, hacia las últimas décadas, caben destacar varios elementos entre los que han propiciado el declive y que identifico con la inversión, la injerencia y el modelo de gestión pública, siendo este último factor, único, dada la inexistencia, —salvo actividades aisladas—, de la gestión privada.

La inversión básica para crear un sistema productivo sostenible y rentable ha brillado por su ausencia, tanto por lo exiguo de la capacidad financiera del propio Estado cubano como por lo limitado de los apoyos financieros exteriores, entre otras razones, por las medidas de presión impuestas por Estados Unidos, como es el caso de la ley Helms-Burton.

Y esta ley, verdadero mascarón de proa, es el mejor indicador de la injerencia extranjera en el devenir del pueblo cubano. En lugar de dejar que evolucione como quiera y pueda, (¡Ay cuantas similitudes con la situación actual de Ucrania!), se le fuerza a, prácticamente, ser obediente a su propio Gobierno o a la insurgencia contra él.

Todo ello nos conduce a insistir en el respeto que conviene tener hacia las circunstancias internas en los países, salvo en casos flagrantes de genocidio, tal y como sugiere el derecho internacional y un mínimo de ética y coherencia moral indican. ¿O es que los USA de Trump, el Brasil de Bolsonaro, la Rusia de Putin, y algún país europeo, están al margen de los límites aceptables y aplicables a todo el mundo, en términos legales, morales y de coherencia? Estos y otros estarían mejor callados.

En un artículo que escribí sobre Cuba el año pasado, indicaba algunas de las líneas de actuación convenientes para el devenir de la isla, y siempre respetando lo que los propios cubanos quieran ser y hacer pero siendo realistas, también hay que tener en cuenta el efecto negativo y la responsabilidad que la Administración cubana ha tenido, y tiene, en su afán de decidir y controlar todo y a todos, con una visión cuando menos paternalista.

La capacidad intelectual y la habilidad técnica del pueblo cubano no han sido suficientes para evolucionar hacia una sociedad globalmente más justa y equitativa, al dejar el esfuerzo para ello en manos de la Revolución y el Gobierno, quien, ya se ha dicho, ha generado una situación paternalista y castrante. Una situación frustrante para la mayoría de la población cubana nacida con posterioridad a la Revolución de Sierra Maestra, y hoy, además, mayoría entre los once millones y medio de habitantes.

Volviendo al maestro Pablo Milanés, sería oportuno, bonito y hasta eficaz seguir buscando al Unicornio Azul, Para vivir.