l margen de los buenos datos macroeconómicos conocidos en los últimos días que reflejan un crecimiento del 1% del PIB en el primer trimestre de este año en relación a los tres meses precedentes, enlazando siete trimestres al alza consecutivos, lo que significa un crecimiento interanual del 5,7%, y los récords históricos en la creación de empleo que no se conocían en Gipuzkoa desde el año 2008, algunos analistas comienzan a lanzar mensajes de cautela y de cierta prudencia ante un cambio de la situación económica que podría comenzar a percibirse a finales de este ejercicio y principios del año que viene.

Es verdad que los indicadores que estamos conociendo señalan que la economía vasca está saliendo reforzada de la crisis producida por efecto de la pandemia con unos crecimientos del PIB de medio punto por encima de la media de los países de la Unión Europea (UE) y se mantiene pujante, a pesar de las adversidades que se han producido en los últimos meses como el encarecimiento de las materias primas, cortes en la cadena de suministro, la guerra en Ucrania, etc. Sin embargo, hay alguno de estos factores que se van a mantener durante algún tiempo y otros de nueva creación que pueden provocar una cierta desaceleración. Por eso, no es bueno echar las campanas al vuelo y pecar de optimismo, cuando nos encontramos en una situación económica muy volátil y extremadamente incierta por la ausencia de previsibilidad.

A día de hoy, la cartera de pedidos de nuestras empresas se halla en unos niveles elevados que hacen vislumbrar un futuro positivo, pero sin embargo esa demanda por parte de los clientes podría ralentizarse a partir del próximo otoño como consecuencia de una inflación que sigue en parámetros muy altos, un aumento desmedido de los precios de las materias primas y de la energía, un incremento elevado de los tipos de interés, dificultades por parte de algunas compañías en la devolución de los préstamos del ICO y Elkargi, suscritos en plena pandemia para dotar de fluidez financiera a las compañías para afrontar la parálisis que supuso la pandemia, etc. Los efectos negativos de todos estos factores podrían comenzarse a percibir a finales de este año o principios del que viene.

Desde Estados Unidos empiezan a llegar señales de alarma que nos están indicando que puede producirse un cambio de tendencia en los próximos meses, como consecuencia de la alta inflación, la subida de los tipos de interés, la crisis de suministros, la prolongación de la guerra de Ucrania, entre otros factores. El ejecutivo y principal accionista de Tesla, el mayor fabricante de coches eléctricos del mundo, Elon Musk, ha anunciado el despido del 10% de la plantilla de la compañía, es decir, 10.000 empleados se irán a casa de una plantilla total de 100.000 personas.

Las presiones políticas han provocado una rectificación del anuncio para circunscribir el recorte en el personal de administración y no en el conjunto de la empresa. Sea como fuere, el anuncio ha sido de tal calado que las acciones de Tesla bajaron un 9% en Wall Street arrastrando en la caída a otras compañías como Apple, Microsoft, Amazon y, en general, a todas las tecnológicas.

La situación de Tesla no es muy boyante en los últimos meses, sobre todo, desde el cierre casi continuado de su planta en China durante este trimestre, debido a la situación de confinamiento que se ha producido en la ciudad de Shanghái, como consecuencia del covid-19. La planta de Tesla en China produce la mitad de los vehículos del grupo y representa una cuarta parte de la facturación de la compañía.

La decisión del excéntrico empresario Musk coincide con lo expresado por el presidente del banco JPMorgan, Jamie Dimon, que ha augurado también un empeoramiento de la economía en una reunión con un grupo de analistas. Utilizando términos meteorológicos, Dimon señaló que "en este momento, hace un poco de sol y las cosas van bien, pero ahí fuera hay un huracán de camino, que viene hacía nosotros. Aún no sabemos si será menor que la supertormenta Sandy, pero será mejor que nos vayamos preparando". El ejecutivo del banco estadounidense afirmó que la entidad financiera se estaba preparando para un "entorno no benigno" y "malos resultados".

Y mientras llega el huracán, las empresas guipuzcoanas se preparan para afrontar el futuro con mayor fortaleza y consolidar aún más su posición en los mercados internacionales donde ya están presentes de manera muy cualificada.

Este es el caso de CAF que va a dar un paso de gigante con la adquisición de la planta de Alstom -uno de sus principales competidores- en Reichshoffen, en la Alsacia francesa, y la de Bombardier en Alemania, tras la luz verde que la Comisión Europea ha dado para la ejecución de esta operación, tras la fusión de la compañía gala y canadiense que obligaba a desprenderse de estos activos, al entender que no tendrá impacto negativo en el espacio económico europeo.

La operación, que supondrá un desembolso de 75 millones de euros y contar con las plataformas Coradia Polyvalent y Talent 3, que pertenecían a los dos constructores fusionados y con un gran desarrollo en Francia y Alemania, respectivamente, significa para CAF colocarse en el corazón de Europa y en el epicentro de dos de los mercados ferroviarios con mayor desarrollo en el futuro y uno de los más importantes del mundo. Alemania ocupa la primera posición en inversión ferroviaria en el mundo con un volumen de contratación anual que se aproxima a los 4.000 millones de euros, mientras Francia, ocupa la tercera plaza con una inversión de 2.500 millones de euros al año y donde CAF es el segundo fabricante por detrás de Alstom.

Precisamente, CAF acaba de adjudicarse el concurso para el suministro de 22 tranvías para la ciudad de Bonn (Alemania) por un importe de 80 millones de euros, mientras que en Francia se alzó el año pasado, en alianza con Bombardier, el megacontrato de 2.500 millones de euros para el suministro de trenes a la línea de cercanías RER B de París, una adjudicación que Alstom trató de bloquear por todos los medios posibles desde la vía judicial a presiones institucionales y políticas, afortunadamente, con resultado negativo.

En paralelo, CAF ha comenzado en su factoría de Zaragoza el período de pruebas del tren propulsado por hidrógeno en un proyecto elegido por la Unión Europea (UE) y en el que participan tanto Renfe como Adif y que tiene la importancia de que va a fijar los estándares para la homologación de los trenes propulsados con esta energía en toda Europa. El tren que se está probando es un bimodo con pila de hidrógeno, es decir, libre de emisiones, que puede circular en modo eléctrico en infraestructura electrificada y en modo híbrido en los tramos que no cuenten con catenaria. Una buena forma de construir el futuro. l

CAF va a dar un paso de gigante con la adquisición de la planta de Alstom -uno de sus competidores- en Reichshoffen, en la Alsacia francesa y la de Bombardier en Alemania