ues ya está. Desde que Vox irrumpiera en Vista Alegre hace unos años, la formación más a la derecha, por ahora, ha ido poco a poco cogiendo posiciones y los que son muy de derechas y no están a gusto con el PP tienen donde ubicarse. En Castilla y León, además, la izquierda en general ha perdido fuerza y los demás la han ganado. El pobre vencedor, Alfonso Fernández Mañueco, del PP, queda convertido en un muñeco en manos de los trece parlamentarios de Vox. Nueve provincias con poco más de dos millones de habitantes son el campo de pruebas del partido de Abascal que, como le dejen, subirá más en otras instituciones, como ha sucedido en países bien cercanos. Ahora son las demás formaciones las que tendrán que decidir. Las estrategias políticas son un arte, o compadreo vergonzoso, según se mire, que aceptamos porque no queda otro remedio. Sin ir más lejos, que dos partidos acuerden apoyar a una reforma laboral para que no reprueben al alcalde de Pamplona es algo que no se entiende. Luego viene lo que viene y se descubren las vergüenzas de todos. Ahora, leo a un socialista que pide que su partido apoye al PP de Mañueco para evitar que Vox se instale en el Gobierno. Vamos, a lo alemán. No creo que le hagan mucho caso.
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