sta es la semana en la que muchos de nosotros volveremos a comer más de lo debido y a gastarnos la paga, o parte de ella, en hacernos regalos. Por ello algunos nos lanzan, desde sus púlpitos de progresismo de salón, que somos unos hipócritas y consumistas. Sobre la hipocresía, es cierto que suena raro que celebremos el nacimiento de Jesús en una sociedad cada vez menos católica, que disfruta dándoselas de atea, aunque defienda la diversidad religiosa y ligue su identidad a fiestas locales que tenemos vinculadas al santoral. Y con lo de consumir, más de lo mismo. Vivimos en una sociedad de consumo que, ciertamente, nos genera algunos de los principales problemas que afectan al mundo, pero que también nos permite como nunca antes que tantas personas disfruten de tanto bienestar. Nos encanta decir, más desde ciertos partidos y sindicatos, que este sistema es un desastre, y sin embargo, parece que una gran mayoría, incluidos sus afiliados, vivimos cómodos en él. Tres datos del último Sociómetro de Gipuzkoa: el 70% decimos llegar sin problemas a fin de mes, de los cuales un 13,5%, lo hace holgadamente; un 54% dice que su nivel de vida es igual que antes del covid y un 16% que ha mejorado; y en el ranking de problemas, la desigualdad social no le importa a casi nadie. Puede que en el fondo, el espejo navideño nos devuelva una imagen como sociedad muy similar a la que proyectamos el resto del año. Ni tan coherente ni solidaria como nos gustaría, ni tan catastrófica como algunos critican con un vermú en la mano. Gracias a la supuesta hipocresía y consumismo de estas fechas, muchas empresas cuadrarán sus cuentas, y muchos tendrán su primer contrato. Y todo ello por nuestra loca decisión de querer celebrar y mostrarnos, eso sí con mascarilla, el cariño que sentimos hacia los que nos importan. Eguberri on!