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Mesa de Redacción

Carolina Alonso

Desatención

or una cuestión personal, y aunque no soy extranjera, necesitaba informarme en Extranjería. Me habían advertido de que no era fácil contactar telefónicamente, incluso me habían dicho que ni cogían el teléfono. Pero pensaba que no habían insistido lo suficiente. Ni corta ni perezosa, y aprovechando unos días de vacaciones, añadí a mi lista de tareas la de llamar a esta institución dependiente del Estado durante una semana todos los días, con la esperanza de resolver las dudas que tenía. En Internet no lograba la respuesta que buscaba. El menú de impresos que se ofrecen con lenguaje administrativo no era suficiente para saber qué papel en concreto nos hacía falta y otras dudas. Pues efectivamente, cuatro llamadas al día durante cinco días son veinte telefonazos en vano. No a un teléfono sino a dos. Y no desde un teléfono sino desde varios. "¿No te dije que no atienden las llamadas?", me recordaron con sorna. O sea que si una persona sin problemas con el idioma y habituada a usar el ordenador no puede comunicarse con esa institución, ¿qué pasará con los extranjeros que sí o sí tienen que hacer trámites? Una desatención flagrante. Eso sí, el acoso telefónico que iban a suprimir por ley ahí sigue. Incluso, llama un ordenador siempre a la misma hora y no contesta.