n político muy importante, nada menos que secretario de Justicia, Derechos y Libertades del PP, ha acusado a la escuela vasca, así, en general, de crear un clima de odio hacia todo lo español, también así, en general, año 2021. A mí esa afirmación me parece una ofensa gravísima hacia todo lo vasco y su profesorado, claro está, y de paso me genera una duda: ¿qué es más peligroso, un secretario de Justicia, Derechos y Libertades que mienta con ese trazo grueso, o uno que en serio piense que con tal japo dice la verdad?

Si él, y el partido que representa, pisaran las aulas vascas sabrían que hoy es más frecuente oír entre los pupitres un "¡puto eusquera!" que un "¡puta España!", y que en los grafitos de los baños no se estila precisamente el "gora ETA!". Si él, y el partido del que es secretario de tantas cosas, se acercaran a ikastolas, colegios e institutos observarían que, sin duda, sin ninguna duda, en bastantes patios sufre más rechazo el chaval que habla en euskara que el que lo hace en castellano. En algunos pueblos, es cierto, persiste un desprecio ideológico hacia lo rojigualdo, pero incluso en ellos la pizarra no suele ser donde se potencia, sino donde se trata con esfuerzo de eliminar. Búscame las excepciones y yo te buscaré la norma. Tráeme a un docente talibán y yo te traeré a mil sensatos.

El terruño ha cambiado muchísimo en muchísimos ámbitos en muy poco tiempo, y los profetas del siglo XX no se han enterado o no se han querido enterar. Ha cambiado tanto que ni siquiera la ficción de vivir en un ayer espantoso le renta ya a nadie, ni maldita falta que hace.