caba de finalizar la última, de momento, edición del concurso televisivo La Voz Kids, en el que voces prodigiosas de críos y crías de entre 6 y 16 años prueban su maestría en el manejo de sus voces y se proclaman como artistas del futuro, si la vida y la fortuna les sonríe en la dura competencia frente a sus pequeños colegas del cantar e interpretar el sentido poético de las letras variadas de las canciones con las que quieren triunfar.

En un sensacional plató, gigantesco y pura luz artificial, los aspirantes a la fama del buen cantar, se pasean con gracia, acierto y habilidad para convencer al personal de lo prodigioso de sus cuerdas bucales en interpretaciones variadas, desde canciones consagradas de grandes mitos del moderno pop hasta el descubrimiento de la copla y canciones tradicionales del cancionero.

Este ejemplo de Got Talent tiene una especial singularidad más allá de la existencia de un jurado peculiar compuesto por cuatro cantantes que se convierten en coaches esenciales en la dinámica del concurso. Melendi, Rosario Flores, Vanesa Martín y el inconfundible David Bisbal agitan las aguas de los concursantes a la búsqueda de los mejores componentes de cada equipo a lo largo de las distintas fase del programa, hasta desembocar en un ganador absoluto que ingresará en el mundo de la canción actual de la mano de estos jueces generosos distinguiendo las voces prodigiosas de los infantes de la canción, que muestran poderío, afinación, presencia en el escenario y timbres personal y profesional. Un puñado largo de minutos al servicio del entretenimiento y la música, elemento poco valorado en las actuales escaletas de programación. Un éxito que repetirá la próxima temporada en un formato que no precisa de cambios importantes para seguir cosechando éxitos.