l pasado 28 de diciembre se cumplieron 45 años de transmisiones de la Radio Nacional Saharaui. Este aniversario tiene muchos paralelismos con los tiempos en que se creó la emisora en 1975. Después de casi tres décadas de estancamiento, el conflicto saharaui está, nuevamente, en la escena internacional a raíz del reinicio de los combates entre el ejército saharaui y las fuerzas armadas marroquíes el pasado 13 de noviembre y la decisión del presidente saliente de los Estados Unidos, Donald Trump, de reconocer la ocupación ilegal marroquí del territorio saharaui.
Como en 1975, lo que está sucediendo en el frente de batalla, hoy en día, esta siendo silenciado e ignorado por Marruecos. Hoy, como en aquel entonces, la propaganda oficial marroquí ha puesto el cerrojo informativo a la actualidad del conflicto bélico y corresponde a la parte saharaui sacar los partes de guerra e informar tanto al pueblo saharaui como a la opinión pública marroquí e internacional del desarrollo de las hostilidades.
A finales de 1975 se precipitaron los acontecimientos en el Sahara Occidental. Después de casi un siglo de colonización española, Marruecos y Mauritania aprovechan la coyuntura política interna de la potencia colonizadora para reivindicar el territorio. Los medios de información de todas las partes inician, entonces, una ofensiva mediática para exponer su política y desacreditar la política del contrario. Radio Tarfaia (Marruecos), Radio Sahara (España) y Radio Sahara Libre (frente Polisario) aprovecharon las características de la radio y su fácil adaptación a la naturaleza nómada y modo de vida de la población para llegar a los saharauis.
Siguiendo las experiencias del FLN argelino, el ANC sudafricano, la Swapo de Namibia y tantos otros movimientos de liberación nacional africanos, el Frente Polisario va a aprovechar la radio para explicar al mundo el plan estratégico y los objetivos del frente. También la radio va a ser importante para orientar a la población, organizar la resistencia, cohesionar a la sociedad, trazar la estrategia a seguir para lograr la liberación del territorio y desmentir la propaganda marroquí e informar a los marroquíes de un conflicto silenciado por su gobierno.
La radio, además, ejerció de medio de unión de un pueblo. La guerra, el exilio y la división de las familias, unido a las nuevas relaciones sociales y de convivencia en un nuevo medio hostil y de manera sedentaria constituyeron demasiados cambios drásticos en tan poco tiempo para una sociedad en su mayoría nómada. La radio saharaui se tomó el reto de colaborar en la normalización de la nueva situación, tranquilizar a las familias que iban llegando a los nuevos asentamientos de refugiados, cerca de la ciudad argelina de Tinduf, tras haber sufrido los bombardeos de la aviación marroquí en Um Draigai, Tifariti, Gueltat Zemur y Amgala, también para informar y orientar a los que estaban desaparecidos en medio del desierto y la incertidumbre. La radio hizo el milagro de unir a tanta gente y lograr la supervivencia de un pueblo disperso y bombardeado en el desierto.
Pero la radio no solo orientó a la población civil saharaui en los primeros momentos de la invasión y el inicio de la guerra en varios frentes, sino también tuvo un rol fundamental a la hora de exponer el conflicto político-militar en el Sahara Occidental a los ojos de los ciudadanos marroquíes y la opinión publica internacional. Quizá algo de lo que pasó hace más de cuatro décadas nos pueda revelar algunos de los acontecimientos que están ocurriendo hoy en el nuevo conflicto militar y su poca cobertura informativa en Marruecos.
Marruecos niega que actualmente haya un conflicto militar con el ejercito saharaui. Pero ¿por qué no quiere Marruecos hablar de la guerra? ¿Cómo se puede ocultar un conflicto bélico en 2021? Parece difícil de creer, pero si nos remontamos a 1975, Marruecos tampoco reconoció la existencia de una guerra, incluso no llegó a reconocer la existencia de sus prisioneros de guerra hasta muchos años después del cese el fuego de 1991. No reconocer la existencia de enfrentamientos militares ni al adversario ante su propia opinión publica y evitar un colapso del turismo y la actividad económica en general pueden ser algunas de las razones que llevaron -y llevan- a Marruecos a tratar de silenciar el conflicto militar.
En 1975, la propaganda oficial marroquí trató, desde el principio de la guerra, de evitar que se hablara del conflicto en los medios de comunicación. Se consideraba que era una "conquista pacifica y muy corta" y solo se informaba a los marroquíes de los beneficios de la marcha verde. Y los medios de comunicación saharauis en general y la radio en especial tuvieron el papel de exponer ante los ciudadanos marroquíes las realidades de? la guerra. La idea de que los propios prisioneros marroquíes explicaran a sus compatriotas lo que estaba pasando en el Sahara Occidental surgió, como casi todo en el inicio del conflicto saharaui, de imprevisto.
Un día, al principios de la guerra, un grupo de reporteros de Radio Sahara Libre se desplazó a la ciudad saharaui de Mahbes con el objetivo de hacer un reportaje sobre el sufrimiento de la población a raíz de los bombardeos de Marruecos, en el marco de ?los testimonios vivos que presentaban a diario en la emisora. Casualmente y mientras entrevistaban a los ciudadanos, un grupo de combatientes saharauis traía a prisioneros de guerra marroquíes recién capturados. Uno de los reporteros se acercó a los presos y al hablar con ellos se dio cuenta de que no sabían nada del Sahara, ni del conflicto, ni de nada de lo que estaba pasando y se le ocurrió la idea de que estaría bien que los propios prisioneros de guerra explicaran a los marroquíes lo que han encontrado en el Sahara occidental. El impacto fue enorme. Influyó en Marruecos para siempre. A diferencia de su propaganda, los testimonios de los presos de guerra marroquíes demostraban que sí había una guerra, un ejército y que los presos marroquíes empezaban a tener nombre y apellidos y hablaban a su pueblo.
Dos años más tarde, también en el frente de batalla, los reporteros de la radio saharaui se percataron de que los combatientes saharauis tenían cajones llenos de carnés, cartas, fotos y otros documentos recuperados en cuarteles marroquíes atacados y se les ocurrió que un documento con nombres y apellidos? y con información personal podía ser todavía más categórico para desmentir la propaganda marroquí y hacer que los marroquíes escucharan historias que tenían lugar en sus ciudades gracias a Radio Nacional Saharaui. A partir de entonces, se empezaron a leer los nombres y lugares de residencia de los soldados marroquíes en las transmisiones radiales. Con esas informaciones se crearon nuevos programas de radio dedicados a los presos.? Se trataba de leer cada día un mensaje dirigido a una ciudad marroquí distinta: Rabat, Tánger, Casablanca, Fez, Assa... y que la gente de esa ciudad reconociese a aquella persona, cuya información, al detalle, se había publicado.
Radio Nacional Saharaui, como voz del Frente Polisario y del gobierno de? la RASD, tuvo una confrontación directa con los medios de comunicación marroquíes a lo largo del conflicto. Por un lado, RNS trataba de desmentir o contrarrestar el discurso político marroquí y, por el otro, se afanaba en hacer llegar a la audiencia marroquí su versión de los acontecimientos. Para contrarrestar esta ofensiva de la radio saharaui, Marruecos inicia en 1992 interferencias a la señal de la emisora en onda media en el territorio saharaui. La radio saharaui, sin embargo, pasa a emitir también en onda corta y así salta las barreras e interferencias impuestas por Rabat.
En 1989, la radio saharaui inicia un nuevo tipo de programación dedicado a la audiencia marroquí en el que se da lectura a libros y otros análisis académicos escritos por intelectuales extranjeros sobre el conflicto saharaui que eran censurados por el régimen marroquí. El libro Nuestro amigo el rey, del escritor francés Gilles Perrault, fue el primer libro traducido y leído en las ondas de la Radio Nacional Saharaui. No tenía desperdicio. Era un testimonio acerca de la crueldad del rey Hassan II de Marruecos en el que se describían escenas de torturas y otras vejaciones que ocurrían en centros de detención secretos.
Hassan II no lo podía soportar, los marroquíes estaban sintonizando la radio del Polisario. Oyendo las historias de sus "jardines secretos" y embriagándose de propaganda del Polisario. Esto no podía seguir. Hassan II solicitó al entonces presidente argelino, Chadli Benjadid, que intercediera ante al Polisario? para que detuviera la lectura del libro en su radio y a cambio Hassan II aceptaría organizar el referéndum. Como gesto de buena voluntad, el rey de Marruecos recibió en su palacio a una delegación saharaui. Había ambiente de entendimiento y la radio saharaui interrumpió la lectura del libro. Fue una breve tregua. En menos de un mes volvería el conflicto y la guerra en las ondas.
En al menos esas dos ocasiones, RNS ha obligado al rey de Marruecos a tomar sus decisiones teniendo en consideración las transmisiones de la radio saharaui y a reconocer la existencia de una "guerra de transistores". Era la oportunidad para los saharauis de dar a conocer sus ideas a la opinión pública marroquí. Era la radio del Polisario, la que facilitó a los marroquíes datos de sus familiares y de su guerra en el Sahara. Era la radio saharaui la que llevaba a los marroquíes la vida de su rey.
Radio Nacional Saharaui dirigió sus transmisiones hacia la audiencia marroquí con el objetivo de ser una fuente alternativa de información acerca de la realidad del conflicto y una opción discursiva distinta a la versión oficial. Se puede afirmar que RNS logró neutralizar la propaganda marroquí en torno al conflicto y poner en evidencia las contradicciones del discurso político y mediático del Reino de Marruecos.
Hoy, de nuevo, Marruecos niega la existencia de la guerra que ha estallado el pasado mes de noviembre. En esta ocasión, los medios oficiales marroquíes tampoco informan de la existencia de un conflicto bélico con el ejercito saharaui. La Radio Nacional Saharaui y la televisión saharaui RASDTV informan a diario de los acontecimientos y divulgan partes de guerra facilitados por el Ministerio de Defensa saharaui. Los lugares atacados por el ejércitos saharaui y sacados en RNS han coincidido, en varias ocasiones, con informaciones en las redes sociales de ciudadanos marroquíes lamentando el fallecimiento de un familiar militar en esos mismos lugares. La radio saharaui seguirá informando a los marroquíes acerca del conflicto que su gobierno intenta ocultar mientras ahora parece que al régimen le ha salido otro enemigo: las redes sociales.
Doctor por la Universidad del País Vasco