ace unos diez años tuve una pareja que estuvo unos meses estudiando en los Países Bajos y en aquellos días nuestro noviazgo era todo lo epistolar que puede ser una relación de dos personas nacidas a finales de los 80: nos comunicábamos por SMS. Recuerdo una mañana en la que le envié un mensaje para desearle los buenos días y alguna monería de enamorados. Recibí una dulce respuesta agradeciéndome mis palabras, pero advirtiéndome de que su “cariño” estaba junto a ella en la cama, no a kilómetros de distancia, y que, por el momento, no les interesaban los menage a trois. Efectivamente, no había metido el prefijo del país de destino a la hora de enviar ese SMS. Todo este tiempo he vivido con la duda de saber si provoqué una crisis sentimental, aunque no haber recibido insultos desde ese número me hace pensar que se han hartado a perdices y, por contra, el no haber recibido mimos me lleva a concluir que lo del sexo liberal lo siguen sin ver. Sea como sea, la cuestión es que he recordado la anécdota cuando me han pasado un contacto que no tiene WhatsApp y al que tengo que escribir sin poder ver su perfil. ¿Cómo voy a saber si el que está al otro lado es a quien busco sin causar algún tipo de crisis? He pensado en llamar a escondidas desde una cabina, pero de esas tampoco encuentro ninguna.