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Mesa de Redacción

Jurdan Arretxe

Periodista irundarra. En Política entre 2009 y 2020, desde entonces, en el equipo web de 'Noticias de Gipuzkoa'.

Etcétera

hora que por real decreto hemos cambiado de rutinas, los planes del fines de semana se conjugan en futuro imperfecto y los amores platónicos siguen siendo igual de inabrazables que lo que eran antes, descubrimos insospechados rincones de las casas. Baldas, armarios y preguntas que no sabíamos que existían no ya por falta de tiempo, sino por la velocidad a la que vivíamos. Asuntos pendientes que algún día debimos resolver, como aclarar la diferencia entre los puntos suspensivos y etcétera. Cierran cualquier enumeración que dejamos abierta. Los expertos itúan su significado muy a la par, pero en la práctica terminan por no ser lo mismo. Riobaldo, el narrador sobre cuyos hombros el que João Guimarães Rosa depositó su obra Gran Sertón: veredas, repite durante la obra que "vivir es muy peligroso". A unos y a otros. Hasta que llega un punto en el que el autor, que además de escritor era un médico y un diplomático consciente de que en la vida hay que tratar de no resultar repetitivo, recurre a una frase inocente que justifica todo un libro y alcanza por sí sola otro significado. Uno nuevo. Tres palabras que lo descubren todo cuando la vida confinada está al borde del acantilado: "Vivir es etcétera".