No hay programa televisivo alguno, en el que sea entrevistada alguna persona vinculada al independentismo catalán, que no se vea confrontada a la pregunta de si considera que en España existen presos políticos. Y, ante la inevitable afirmación a esa pregunta, se encuentra con la siguiente consulta: ¿Cómo puede afirmar que existen presos políticos, si usted no lo está y puede proclamar libremente su ideología independentista?
No todas las personas interpeladas de esta manera saben salir suficientemente airosos de ese interrogatorio. No es fácil. Aún menos si el o la periodista dispara las preguntas en términos binarios. Dígame sí o no. Explíqueme por qué no está usted detenido. No se vaya por las ramas. Pero en el fondo resulta tan sencillo mantener la afirmación de la existencia de presos políticos como desenmascarar la estulticia con la que se realizan esos interrogatorios supuestamente democráticos y neutrales que esconden en su interior un posicionamiento previo de condena a todo aquello que ponga en cuestión la sacrosanta unidad de España de la que son militantes activos, aunque camuflados de agudos tribuletes de prensa libre y democrática.
¿Acaso alguien piensa que el Estado, está en condiciones de encarcelar a más de dos millones de personas independentistas sin que se le vea el plumero de su autoritarismo centralista antidemocrático? ¿No es más lógico pensar que el Estado, éste y también el anterior, el franquista, se limitan y se limitaron a detener a aquellas personas que juegan un papel determinante o preeminente en las reclamaciones que nos ocupan?
Esa es la cuestión, y esa es la respuesta. En efecto, Junqueras, los Jordis, y los antiguos consellers son presos políticos que sirven de ejemplo para quienes tengan la tentación de combatir por conseguir la independencia de Cataluña. ¿Por qué si no otras y otros que colaboraron en el procés no están encarcelados?
¿Por qué Puigdemont podrá circular libremente por Europa, a pesar de que sobre él pesa la acusación de malversación de caudales públicos, que está incluida en la lista de delitos susceptibles de ser motivo de utilización de la euroorden de detención, tras haber retirado el Estado español la orden dada con anterioridad? Por una sencilla razón, porque caso de ser detenido en España, será juzgado por un delito político -sedición, rebelión- no contemplado en la legislación belga. Ni en la lista de la euroorden.
En fin, si Puigdemont, y los exconsellers que le acompañan son unos delincuentes, ¿por qué no se detiene, cuando vuelvan a España, al señor Egibar, o tantas otras personas que han ido a apoyar, de forma pública, y fácilmente identificable, a semejante delincuente? El apoyo, la colaboración no es un delito? Sí lo es. Pero estamos hablando de política. Exactamente de eso. De presos políticos y de personas perseguidas por sus ideas políticas.
Decir esto no significa comulgar con las ideas que defienden. Pero es obligado hablar claro para entendernos.