La vida evoluciona tanto que va creando puestos de trabajo nuevos y destruyendo otros. Si nos ceñimos al tema policial, han surgido los guarda jurados, los guardaespaldas y los guardas que controlan el aparcamiento de nuestros parques de automóviles, conocido por la sigla de la OTA y que de entre todos los cuerpos, hemos de reconocer que son los que con más celo trabajan.
El exceso de tráfico, problema en todas las latitudes, nos ha llevado a potenciar el transporte público y crear otras opciones como la bicicleta, muy recomendable para la salud y que al estar en inferioridad de condiciones, ante el temido automóvil, no ha quedado más remedio que crear lo que conocemos por bidegorri (en euskera) que equivale a camino rojo, de fácil identificación.
Hay ciudades que se han visto obligadas, como es el caso de San Sebastián Donostia, a que el citado bidegorri atraviese por ejemplo el paseo de la Concha, donde a pesar de haber sido debidamente señalizada la velocidad para el cicloturista, de 5 kilómetros por hora en unas zonas y de 10 en otras, son pocos los que las respetan, creando situaciones de alto riesgo entre los paseantes.
Sin dudar de la eficacia de nuestra Guardia Municipal, quizás sean demasiado las tareas que se les tienen encomendadas y por ello me atrevo a sugerir la creación de un nuevo cuerpo policial, que se dedicara exclusivamente a controlar la velocidad, no solo de coches y motos, que hoy es un auténtico “desmadre” sino también de los ciclistas, a su paso por la zonas peatonales, cuerpo al que se podía otorgar la sigla de CVT, controles de velocidades temerarias. De nada nos va a servir llevar el cinturón de seguridad, si al bajarnos del coche nos atropella un ciclista perturbado.